viernes, 26 de noviembre de 2010

Los rostros del amianto

"Al mirar atrás a la luz del actual conocimiento, es imposible no considerar que lamentablemente se han despreciado oportunidades de descubrir y prevenir las enfermedades por exposición al amianto". Tomas Legge, estadounidense, antiguo director de la Inspección Médica de trabajo en Industrial Maladies, EEUU, 1934.
76 años después, Toribio Veliz (ordiziarra nacido en Badajoz, 52 años, casado, dos hijos, hornero de Fundiciones Etxeberria, con una parte del pulmón extirpada por la exposición al amianto); Tomás Alcalde (ordiziarra nacido en Ortihuela, 68 años, casado, dos hijos, montador de 1ª en la CAF durante 37 años, en el quinto ciclo de sesiones de quimioterapia por mesioteloma pleural maligno, el cáncer provocado por el polvo blanco); Alejandro Saldaña (ordiziarra nacido en Reinosa, 76 años, casado, tres hijos, hornero en la CAF y con placas pleurales, antesala del cáncer) y Alberto Pardo (elorriotarra de Melgar de Fernamental, 54 años, casado, un hijo, caldista durante 36 años en Fundiciones Fitasa y con placas pleurales) se reúnen en la vieja sede de Comisiones Obreras de Beasain, justo enfrente de la puerta de entrada de la CAF, motor de la vida de gran parte del Goierri y que, paradójicamente, también puede serlo de la muerte de muchos de sus obreros que, durante décadas, trabajaron con una alta exposición al amianto, un producto que ya se sabía cancerígeno muchos años atrás pero al que nadie pudo, o supo, ponerle freno.
De maestro de ceremonias, Jesús Uzkudun, el sindicalista de CCOO que ha emprendido una particular cruzada contra los devastadores efectos del polvo blanco. Antes de comenzar la charla, muestra al periodista el reconocimiento oficial de que en sus años de trabajador en Pedro Orbegozo trabajó expuesto al amianto. Son ya 3.539 los trabajadores vascos que tienen reconocido por parte de Osalan el citado certificado. Un papel que es algo más que pura burocracia ya que de él depende la frenética lucha que están llevando a cabo para que haya un reconocimiento de todos los casos como enfermedad laboral, "y que no nos pregunten apunta Toribio Veliz cuando llegamos con los cánceres a ver cuánto fumamos". "A mí, cuando me preguntan si fumo mucho, siempre respondo que he fumado 35 años de una fundición". Son 3.539, pero han calculado que deberíamos ser "unos 40.000 en Euskadi", precisa Uzkudun. Los cuatro van desgranando sus experiencias médicas. Como casi siempre en estos casos, el asidero de la vida es infinitamente más poderoso que los fríos diagnósticos. "Tuve mucha suerte, me lo cogieron pronto y cortaron por lo sano, ni radio ni quimio", apunta Toribio Veliz. "Yo estoy formidable añade Tomás Alcalde lo tenía muy localizado y estoy formidable, aunque ya me han dicho que hay un 95% de probabilidades de que se puede reproducir". "Yo, salvo por el tema de que estoy perdiendo peso se suma Alejandro Saldaña me encuentro muy bien, pero lo del peso me preocupa". "Joder, qué suerte tienes, ¿cómo lo haces?", bromea Veliz, mientras Alberto Pardo relata que cuando empezó a tener problemas no pensaba ni por asomo que se podía tratar del amianto, y que cuando Jesús Uzkudun le advirtió de lo que podía ser lo primero que pensó es "ya está el Uzkudun con sus hostias. Al final me lo detectaron en el Instituto de Silicosis de Oviedo", recuerda. Sin citarla, todos saben que la muerte puede estar esperando y Alejandro Saldaña, el más veterano, recita como un mantra a los compañeros caídos por el amianto "Sánchez, Barandiaran, Sarriegi… todos se nos fueron sin pena ni gloria". Entonces Saldaña estaba trabajando en la construcción de los 8.000, "unos trenes que eran todo amianto". Uzkudun le corta para relatar cómo ya en el año 84 apareció un reportaje en El País sobre una denuncia que una turista inglesa había presentado porque percibió cómo salía polvo azul en el tren en el que viajaba. "Era uno de los 8.000, pero nadie le hizo ni caso". La falta de concienciación entre todos es uno de los aspectos clave para haber lleg
ado a la situación que se ha llegado, "empezando por la propia cultura de los trabajadores interviene Pardo, que solíamos decir aquello de bueno, de algo hay que morir, ¿no?". "Nosotros mismos no hemos llegado a tomárnoslo en serio hasta estos últimos años". Y aunque resulte paradójico, no hay una crítica a los empresarios, "estoy seguro de que Orbegozo se comió mucho más amianto que yo" asegura Uzkudun, sino a todo el conglomerado sanitario de mutuas y médicos de empresa. "Esos sí que sabían todo y lo único que han hecho ha sido tapar a quienes les pagaban la nómina, o donde tenían el negocio, mirar para otro lado", afirma Pardo.
Veliz va más allá y habla de un "pacto de silencio" para tratar de tapar el problema. Un pacto que, a su juicio, engloba "a todos, empresas, mutuas y administraciones, porque el problema es de unas dimensiones mayores de lo que pensamos". Pardo también apunta en la dirección de las mutuas sanitarias mientras Saldaña no tiene tan claro que los empresarios no lo supieran "pero solo buscaban el beneficio". En cualquier caso, todos coinciden en que la batalla no ha hecho más que empezar, ya que el periodo de incubación del mesioteloma pleural ronda entre los 20-30 años, etapa del pleno desarrollismo industrial en Euskadi, con una desmedida presencia del amianto, que no fue prohibido hasta el 2002. "Es curioso ironiza Uzkudun, pero ya en 1920 las compañías de seguros de EEUU no querían asegurar a las empresas que trabajaban con amianto porque en aquel país siempre ha habido una cultura de denuncias civiles y se exponían a perder mucho dinero".
Pero no estamos en EEUU, y el objetivo actual tanto del sindicalista como de los cuatro afectados es el reconocimiento de todos aquellos trabajadores que han desarrollado su vida laboral con exposición al amianto, la creación de un inventario del amianto existente en la actualidad ("la gente no se puede hacer ni una ligera idea de la presencia que tiene hoy en día el amianto en nuestros hogares o puestos de trabajo"), y un fondo de compensación de víctimas del amianto a semejanza de los que ya se han creado en Francia o en Japón, "y que no solo se centre en los fallecidos sino también en los que estamos vivos", saltan al unísono los cuatro trabajadores afectados. "Un fondo de compensación apunta Uzkudun liderado por el Estado porque esta es una cuestión de Estado, pero donde también haya fondos de mutuas y empresas porque es un problema que nos concierne a todos". No obstante, tanto Uzkudun como Veliz, Pardo, Saldaña y Alcalde son conscientes de los altos costes que supone poner todo esto en marcha en la actual situación de crisis pero "es un tema de justicia social". "¿No hay un fondo para las víctimas del terrorismo", se preguntan. La charla continúa entre las experiencias personales, las preguntas sobre compañeros que también han caído en una situación similar y la envidia sobre países de nuestro entorno que ya hace mucho tiempo comenzaron la guerra contra el amianto y los reconocimientos de las enfermedades laborales. "En Alemania, el 14% de los cánceres están reconocidos con un origen en el ámbito laboral. Aquí estamos en el 0,5%", apunta Uzkudun. La entrevista llega a su fin para dar paso a la incomoda sesión fotográfica. Son curtidos obreros bregados en mil batallas a los que, lógicamente, lo de las fotos les provoca cierto rechazo. Pero saben que tienen que pasar por ella porque el objetivo es "seguir armando mucho ruido para que se conozca la situación en la que estamos". Las bromas sobre el uso que se va a hacer de las instantáneas pone fin al relato en primera persona de cuatro trabajadores, responsables en la parte que les correspondía del crecimiento de la sociedad a la que pertenecen y que ahora solo exigen un reconocimiento de la trampa sobre la que estaban trabajando.

Publicado en Noticias de Gipuzkoa el 26-11-2010

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