martes, 25 de octubre de 2011

Para nada

Es curioso, con casi toda la gente que he hablado sobre el cierre por derribo de ETA me han comentado lo mismo. El anuncio de la muerte del difunto ya fallecido no ha provocado ninguna celebración más allá de la más importante, la que cada cual ha desarrollado con su historia. Y todos hablaban de lo mismo. Recuerdos de muchos años soportando lo inaguantable. Cada cual los suyos. Cuando los últimos mohicanos del Consejo del Sanedrín soltaron ese paranóico axioma de que gracias a las barbaridades cometidas durante 50 años había llegado el día en que era posible acabar con las barbaridades –lo que evidencia que la pureza doctrinaria puede llevar directamente a la locura– la reacción del personal se fue directamente a la memoria personal. A la memoria del sufrimiento propio, cada cual el suyo –a distintos niveles, por supuesto– pero todos de una u otra forma nos hemos visto salpicados por el último reducto del franquismo. Y de todos los lados, porque el sufrimento no distingue bandos. El único legado del que se pueden sentir orgullosos los aduladores del pensamiento único es el de la perversión. Lo único que han conseguido es pervertir a esta sociedad hasta límites inasumibles. La pervesión política pero también la social. Han deshumanizado a una sociedad que ha estado lustros considerando normal lo anormal. Es la única medalla que les pondrá la historia. Lo demás, no ha servido para nada. Para absolutamente nada más que para que podamos contar a nuestros nietos que hubo en tiempo en el que vivimos en unos caminos por los que nunca hay que transitar. Agur, ETA, hasta nunca.

miércoles, 19 de octubre de 2011

López, secuestrado

Decía Lula Da Silva que los políticos deben tener miras mucho más allá que las próximas elecciones para afrontar la crisis, aunque políticos y miras más allá de las próximas elecciones sean términos contradictorios. A Patxi López le está pasando un poco de lo mismo con el ansiado fin de ETA. La andanada que le lanzó ayer Eguiguren parte de la lógica y, a pesar de lo que trate de expandir la Brunete mediática, lo que dice no es solo de su cosecha personal sino el sentir de muchos socialistas que asisten atónitos a la descomposición del primer Gobierno socialista vasco en la historia de la democracia, literalmente secuestrado por los votos del PP y toda su tropa de medios, que hace dos años y medio firmaron un pacto de sumisión quasimedieval con el lehendakari, a pesar de que su única línea editorial sea darle estopa al PSOE hasta desgastar los teclados. Solo así se entiende el total descoloque del PSE con el final de ETA que, además, le está brindando en bandeja a la izquierda abertzale un protagonismo que en ningún caso merece, por una simple cuestión de memoria histórica. No creo que López no quiera. Estoy convencido que es el primero que desearía estar al frente del final de la locura porque ha tenido que sufrir las consecuencias en primera línea. Debería obviar su pacto contranatura con su enemigo natural y dar un paso al frente, aunque en ello le vaya la Lehendakaritza. Hay que hacer caso a Lula, lehendakari, a la espera de que los de las capuchas decidan emitir el comunicado de verdad, el del final, el último y no ese comunicado-piloto que escribieron en el 77 y al que le van cambiando la fecha.

Publicado en Noticias de Gipuzkoa el 20 de octubre de 2011

miércoles, 12 de octubre de 2011

El árbol del horror

No leo jamás críticas culturales que me recomienden ver esta o aquella película, ir a este o aquel concierto, museo o exposición. Mantengo un sanísimo escepticismo ante los críticos culturales a los que, por otra parte, no suelo entender casi nada por esa epidemia cultureta universal de escribir para que solo se entiendan ellos. Me muevo por impulsos más mundanos, sugerencias de colegas o simplemente que me viene bien la hora y el sitio del cine, echen lo que echen. Pero el otro día, la presencia de Sean Penn y Brad Pitt en una película me motivó. Son dos tipos que me gustaban así que fuí al cine a ver El árbol de la vida, ajeno a todo lo que he leído después. En el cine estábamos trece, seis parejas y yo. Fuí el noveno en abandonar aunque tengo que reconocer que no me fuí antes porque compré palomitas de las grandes y eso ayudó a mantenerme algún minuto más frente a aquel bodrio surrealista que vendían como película de cine. La película que perpetran Pitt y Penn no se puede explicar con palabras, solamente si te sobran cinco, seis o siete euros hay que ir y tratar de aguantar lo máximo posible. El que más aguanta, txapeldun. De eso trata la pelí. Cuando salía de la sala, iba pensando para mis adentros esas dos parejas que se quedan son indestructibles, no creo que nada ni nadie les pueda ya separar en esta vida. Y mire a la pantalla por última vez para despedirme de mis exadmirados Pitt y Penn. Espero que sean juzgados por un tribunal militar norcoreano porque solo hay una salida posible. Fusilarlos.

Publicado en Noticias de Gipuzkoa el 13 de octubre de 2011

miércoles, 5 de octubre de 2011

Campanas a muerto

Solía contar Saramago la historia de un pequeño pueblo italiano en el medievo en el que un hombre subió al campanario de la iglesia e hizo doblar las campanas a difunto. Cuando los lugareños le preguntaron que porqué había hecho eso si no había fallecido nadie, él respondió que lo hacía porque la Justicia ha muerto, después de un pleito ganado por los vericuetos legales de los poderosos frente a la ética y el sentido común. Aquel tipo se subió al campanario para certificar por medio del volteo de las campanas lo que todo el mundo sabe desde tiempos inmemoriales. Esta semana, se conocía que unos piratas legales –con todos mis respetos a las buenas gentes del Partido Pirata– se han embolsado cantidades insultantes como indemnizaciones tras pasar por los consejos de administración de cajas públicas que habían saqueado para tener contentos a los capos locales de la cosa política en Valencia y Galicia, y después de haber recibido miles de millones de ayudas públicas para tratar de tapar los desmanes. Puede ser inmoral pero no es ilegal es el cansino sonsonete al que recurre una y otra vez la delincuencia institucionalizada para justificar los saqueos. El problema no es que existan estos piratas sino que la supuesta legalidad de cobijo a semejante banda de pirañas y que no haya ningún juez en este país para juzgar a quien, a través de la legalidad, se mete al bolsillo el dinero del fondo común. Si en dos minutos cambiamos la Constitución, debería costar medio cambiar las leyes que amparan a los vándalos. Pero no sé qué me da que en este país solo quedan campanas para la Duquesa de Alba.

Publicado en Noticias de Gipuzkoa el 6 de octubre de 2011