jueves, 26 de febrero de 2009

El voto del abuelo

Esto de las campañas electorales viene a ser un poco como la monarquía. Ni Dios sabe para lo que sirve pero nadie lo cuestiona. Pero bueno, tras dos semanas de grandes aportaciones, mañana se acaba el circo para dar paso a la madre de todos los absurdos: la jornada de reflexión. Para reflexionar sobre todo lo que nos han aportado estos 15 días, con minuto y medio iríamos sobrados. Y el domingo, a votar, o no votar, posición tan digna y respetable como la primera. Uno de estos abstencionistas ocasionales o votante peculiar era mi abuelo. Un señor de principios. El abuelo era un tipo al que lo de la lucha partidista digamos que se la pelaba . Probablemente, de forma consciente. Le tocó en la guerra en el bando nacional y fue un soldado ejemplar, heroico, de los de condecorar. Le rozó una bala en la muñeca en la zona de Teruel y se las ingenió para que su novia de entonces, mi abuela con posterioridad, le metiera sal en la herida y estuviera postrado toda la guerra sin pegar un tiro. Su hermano, que fue con él a batallar, se pasó a los rojos , le pillaron y no lo fusilaron de milagro. Tras la guerra, se dedicó al contrabando de fina lencería francesa mientras otros se dedicaban a joder la marrana . Distintas formas de ver la vida. Los principios del abuelo eran muy elementales: tratar de sobrevivir y, además, disfrutando de la vida. Recuperado el hábito de votar, el abuelo, fiel a su filosofía, era un elector no indeciso precisamente, sino volátil. Si votaba a la mañana, votaba a la derecha porque iba a una sociedad de hombres de orden y de ley y esas cosas. A las tardes, se juntaba en sociedad obrera a jugar a las cartas con lo que si se le había olvidado ir a la mañana, a la tarde apoyaba a la izquierda. Había veces que se le olvidada a la mañana y a la tarde. Mi abuelo era de uno de esos sitios primitivos en donde todavía la distinción se hace entre la derecha y la izquierda, no como aquí, que siempre ganan las derechas. De lo que estoy seguro es que, de vivir y poder votar aquí el domingo, iría o no iría, depende, pero no votaría nulo. El abuelo era un vitalista.

jueves, 19 de febrero de 2009

El desfile de la boda de la niña de 'Joshemari', el austero

Yo a la Policía no acabo de entenderla bien. Vamos a ver, en aquellas bodas de Caná que organizó el líder cósmico de Valladolid, el austero castellano como le tildaban su troupe de escribas de cabecera y abultada nómina, para que su niña contrajera católico matrimonio (esas gentes de vivir desarreglado contraen matrimonios y cursan estudios, como los borbones) con el trepa oficial del partido de esos momentos en el régimen berlusconiano que nos tocó sufrir. En aquella boda, insisto, había cientos de policías. Y cientos de policías, misterios del Señor, para proteger a los invitados y no a nosotros de los invitados, que era lo que procedía en aquel suceso. Porque cualquier policía con dos dedos de frente, que no dudo que los haya y muchos, hubiese, al menos, tomado declaración a un 50% de los que protagonizaron aquel desfile del siglo XVI que realizó la flor y nata de la doble moral y triple contabilidad. ¿Por qué? Por el aspecto, así de sencillito. Cualquier investigador, si es que hay alguno, de ingenierías financieras y ese tipo de trabajos a los que se dedican una parte importante de la población para no tener que trabajar, hubiera tomado declaración a los que desfilaban haciendo obsceno alarde del poder que les había otorgado el pequeño duce de Valladolid. Ni Willy Toledo con su Animalario hubiese pensado que el enlace del milenio (enlace, otro palabro que fascina a los piratas en corte) iba a acabar como está acabando. Con la mitad de los comensales declarando en los juzgados por el latrocinio masivo de fondos públicos. Ya sé que quizás no era el día más adecuado, pero de entre todos los que entraban al monasterio de El Escorial a escuchar las siempre esperadas palabras de Rouco Varela (Dios los cría y Garzón los va a acabar juntando), había uno en particular al que yo, una vez más por su aspecto, hubiera retenido al menos un par de horas si hubiera o hubiese sido madero ; al novio. No tengo pruebas, lo reconozco, pero antes me haría socio de El Pocero que jugarme un euro con el encantador hombre de la pequeña Ana.

jueves, 12 de febrero de 2009

15 días de la Marmota

Salvo el tiempo en Donosti, todo es susceptible de empeorar. Si no teníamos poco con el Cristo económico en el que nos han metido los piratillas y con los árbitros que nos mandan a Anoeta el Arminio y el Villar (¿por qué el mandamás de todo esto tiene que ser del Bilbaú ?), esta noche, a las 0.00 horas, como la Cenicienta, comienza una nueva edición del Campeonato Mundial de Vamos a Contar Mentiras Tralalalá que, como todo acontecimiento que se precie, tiene lugar cada cuatro años, mes arriba, mes abajo. Así que ya saben, mantengan a los niños a distancias prudenciales de los aparatos que emiten información y sáquenlos a las calles a que practiquen remo, se pongan como un Dios en los charcos o, simplemente, se unten unos a otros. Como hace cuatro años, como hace ocho, como hace doce..., empezará el vendaval de palabras, promesas, insultos, descalificaciones, manipulaciones, montajes de todo tipo y demás perlas. Las campañas electorales son el circo romano en su estado máximo. Imagino que en una sociedad democrática madura, si es que existe alguna que no lo sé, sobrarían las campañas y los ciudadanos libres analizarían lo hecho en los años anteriores para emitir su voto. Debería ser una obligación de las instituciones remitir a los votantes un listado de las leyes aprobadas en los cuatro años precedentes, con su enunciado y el posicionamiento de todos los partidos. Sería el triunfo de los hechos frente a la charlatanería, pero creo que no irán por ahí. A partir de hoy, asistiremos perplejos a la carrera de maravillas que nos ofrecen todos, sabedores de que la memoria histórica del personal se reduce al partido del pasado domingo. A partir de esta noche, reinará el imperio de la máscara, de la fachada, de la figuración. Pero como todo en esta vida, todo llega y todo pasa y, al final, salvo en Donosti, siempre acaba saliendo el sol. Y además, no sé qué manía tenemos en estos lares por las elecciones si al final, gane quien gane, aquí siempre acaban mandando los mismos. Mi voto para el que me prometa que volveré a ver el sol.

jueves, 5 de febrero de 2009

¡Leyes, Zapatero, leyes!

El otro día apareció Obama por el Despacho Oval, firmó un papelito y en minuto y medio consiguió lo que no habían conseguido muchos, con poder para hacerlo, durante décadas. En concreto, legisló sobre que una mujer que realiza el mismo trabajo que un hombre no puede cobrar menos. Ayer, limitó el sueldo de los directivos de aquellas empresas que reciben ayudas públicas. Por ley, Zapatero, por ley. Y digo esto por la fantástica reunión del talentoso leonés con los banqueros, para que estos últimos den créditos a familias y empresas con el dinero que todos les hemos regalado antes de que acabe esta historia con la gente a mordiscos por las esquinas. Me fascina, me ha fascinado siempre, la capacidad de los socialistas para exprimir hasta el vómito la imagen, la figuración, la fachada, los pajaritos pío-pío y los gatitos miau-miau . Son, de lejos, los mejores en la puesta en escena, en la farsa del teatro de la política, en el permanente engaño masivo. Después de la reunión, los del Gobierno, aleccionados por toda la tropa de gurús del marketing y del thanking-thinking ése de los cojones, se hacen los enfadados con los banqueros, el se nos está acabando la paciencia ; lo que quiere oír el pueblo. Palabras reproducidas hasta la saciedad por los medios que les escriben al dictado. Palabras que, como todas, se las lleva el viento. Pero hay otra manera. Es menos populista, menos eficaz, da menos votos y todo eso, pero es infalible. Se llama legislar y no hay viento que pueda con ellas. Si hemos entregado graciosamente tropecientosmil millones de euros a los que nos han metido en este fregado para no acabar apuñalándonos , tampoco costaría tanto obligar por ley a que ese dinero sea destinado a familias y empresas para activar la economía, y quien no cumpla con la legislación vigente, que se atenga al Código Penal. Es muy sencillo y leyes más infumables se han perpetrado por estos lares. Pero, me temo, nos quedaremos con la foto, las declaraciones, los graznidos para el circo romano. Seguiremos instalados en la farsa de una política en la que ya no cree nadie.