miércoles, 27 de octubre de 2010

'Lolitas', bozales y condones

A mí Leire Pajín me ha provocado siempre un rechazo visceral. No hablo de nada físico, sino que no soporto ese tono de superioridad, de posesión absoluta de la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. De esa arrogancia de superioridad moral que trasluce cada vez que habla. Soraya Saénz de Santamaría lleva ya unos meses imitándole. No hay lugar para la duda ni para el entendimiento. Las dos son las elegidas para predicar la verdad absoluta. Ambas, que son clones de la crispación innecesaria, han conseguido lo que sólo me ha sucedido en mi vida con Ana Obregón y José María Aznar; que cada vez que salen en la tele me lance como un poseso a por el mando para cambiar de canal. Una cuestión estomacal. Cualquier cosa me parece más humana que el tono de las citadas, a las que alguien les debería aconsejar que no pasa nada por hablar como los seres humanos normales, sin levantar la voz, poner cara de mala hostia a todas horas y asegurar que lo único bueno, buenísimo de la muerte, es lo que ellas predican. Pero de la crítica legítima a lo del alcalde de Valladolid van varios mundos, algo que ya no afecta al raciocinio sino a los genes mismos. No se si Pajín repartirá muchos condones (si hacen falta, que lo haga, que son muy caros) pero no estaría de más desviar una pequeña partida para los imprescindibles bozales que urgen a orillas del Pisuerga. Del Dragó no hablo porque ya lo dijo todo Xabi Larrañaga en su columna y cuando no se puede mejorar algo, el silencio siempre es sublime. Y además, porque soy periodista y creo que en este tema debería hablar algún juez.

miércoles, 20 de octubre de 2010

'Mou'

Mientras en los paises serios, repúblicas, se dedican a pelear por lo serio como son la perdida de derechos laborales y civiles (La France, siempre La France) aquí llevan dos semanas dando la barrila porque dos entrenadores no dejan que sus jugadores vayan al paripé ese de príncipes y princesas que organizan todos los años en Oviedo para premiar a los que más portadas han copado en el último año. Y el capacico de las hostias en este caso es el malvado Mourinho, el pim pam pum de los periodistas deportivos, que tiene la mala costumbre de decir delante de un micrófono lo que piensa casi todo Dios delante de la barra del bar, salvo el padre de Pedro Léon, el que era jugador del Getafe, por si alguien no lo sabía. Cualquier hincha de cualquier equipo del mundo al que le corra la sangre por las venas sabe que sus jugadores el día antes de un partido no tienen que estar de viaje recogiendo premios de príncipes y de príncesas, diga lo que diga la prensa. Los príncipes y las princesas no tienen que jugarse la piel al día siguiente contra los centrales rivales. Guardiola y Mourinho se han negado a que los suyos pierdan el tiempo y la forma en Oviedo, pero los palos, irremediablemente, han ido a parar por goleada al malencarado portugues frente a la reencarnación culé del Dalai Lama, al del rollito zen, al catalán que susurra a los caballos. Al final, por decreto ley, a Mou le han obligado a que ceda el día de la vispera a Iker Casillas, el ídolo patrio. Confío ciegamente en Mou y espero ilusionado ver al rival de la Carbonero sentado el sábado en el banquillo. Hazlo, Mou, aunque sólo sea por los republicanos.

martes, 12 de octubre de 2010

Mujeres y percebes

Todavía recuerdo aquella entrega de los Goya del año de la Guerra de Irak, aquella entrega después de la que todas las derechas reunidas Geiper de este país se lanzaron a acribillar sin compasión al mundo del cine... y todavía siguen así. En medio de todas aquellas representaciones y muestras airadas de rechazo al jardín en el que Aznar nos metió a todos para saciar su vanidad, apareció una figura menuda, una fugura simpatica, una figura que no hacía falta que dijera que amaba la paz porque la llevaba en la sonrisa. Era Manolito Alexandre que recibía el Goya de honor a toda una carrera. Muchos discursos hubo aquel día contra la barbarie de la guerra, todos airados, salvo el de Alexandre quien, sin dejar de sonreir, digo algo tan sencillo como que llevaba toda la vida con un deseo en el corazón que no era otra que la palabra guerra desapareciera de todos los diccionarios. Fue la ovación de la noche. Sabía de lo que hablaba, aunque afortunadamente fue la que tuvo que sufrir en sus propias carnes la que le alejó del mundo del periodismo (no sabrás nunca la suerte que tuviste, Manolo) para subirlo a los escenarios. A partir de ahí, la historia del cine español sería inconcebible sin la presencia de un secundario principal. Reconozco que siempre he sentido atracción por aquellos que saben mantenerse en un segundo plano, que disfrutan de lo que hacen sin esperar nada más. Ver a Alexandre era sinónimo de sonreir. En varías ocasiones ha manifestado que sus dos pasiones eran las mujeres y los percebes. Dudo de que se pueda tener mejor gusto en esta vida.

viernes, 1 de octubre de 2010

Trabajadores disponibles

En Cuba no hay parados, hay trabajadores disponibles. ¡Qué barbaridad!, ¡qué cinismo!, tronarán las mentes preclaras de nuestra patria economía. Pues si, bastante cinismo es el que rige bajo los dominios de Fidel pero aquí no nos quedamos muy a la zaga en cuanto a la sistemática manipulación del lenguaje, que nunca es inocente. Aquí no les llamamos trabajadores disponibles pero a partir de que entre en vigor la nueva agresión a los derechos laborales, los propietarios, que no empresarios, dispondrán de los trabajadores básicamente como les venga en gana, que viene a ser casi como parecido. Aquí vamos camino de los cinco millones de trabajadores disponibles porque dicen los de las asociaciones de propietarios que no hay trabajo. Mienten, como acostumbran. Trabajo hay prácticamente el mismo, lo que ocurre es que es mucho más rentable que lo hagan entre menos porque así sale más barato. La economía es bastante menos complicada de lo que nos quieren hacer creer los gurús de la cosa de los dineros para que no nos metamos en sus decisiones. Aquí lo que nos estamos encontrando son trabajadores ultradisponibles en todas las empresas haciendo por el mismo dinero el trabajo que antes hacían sus antiguos compañeros, que han pasado a ser trabajadores disponibles en el argot cubano. Y a mí no es que me importe mucho, siempre y cuando al cumplir con mi jornada anterior a la primera revolución industrial me estuviera esperando el malecón de La Habana y sus sugerentes mulatas.