sábado, 27 de noviembre de 2010

El capitán tranquilo

A la hora de pensar en el reportaje que representase el sentimiento realista desde la salida a la calle de NOTICIAS DE GIPUZKOA, no había dudas en la elección. Si había que escoger a alguien de la plantilla, nadie mejor que Mikel Aranburu, el azpeitiarra que representa como nadie toda una trayectoria de apego y sentimiento a los colores blanquiazules, desde sus primeros recuerdos de Atotxa, a donde le llevaba su tío, "con aquel equipo en el que estaban Carlos Xavier, Bittor Alkiza, Pikabea, Fuentes..."
Recibe a los periodistas después del entrenamiento a puerta cerrada previo al partido contra el Atlético de Madrid. A Aranburu, como buen realista, le gustan los partidos nocturnos, con sabor, "no sé por qué pero el cuerpo está mejor. Me gusta jugar a la noche". Aranburu no contaba el viernes con que el domingo se iban a encontrar con un colegiado que acabaría decidiendo el curso de los acontecimientos.
NOTICIAS DE GIPUZKOA salió el 24 de noviembre de 2005. El periódico se estrenaba con las previas de uno de los partidos del año, la llegada a Anoeta del Real Madrid. Xabi Prieto y De Paula ponían un dos a cero que parecía claro en el marcador, pero Raúl Bravo en el 87 acortaba distancias y, nada más sacar de centro, Zidane daba un nuevo mazazo a la afición con el empate a dos.
Dos puntos que se escapaban en los últimos minutos, lo mismo que ocurría siete días más tarde en Santander, donde la Real, nuevamente, se dejaba en los últimos compases otros dos puntos y la grave lesión de Mikel Aranburu, que tuvo que estar apartado varios meses de la disciplina del equipo.
A pesar de ello, para Aranburu, la grave lesión de rodilla no es el peor recuerdo que tiene de su trayectoria, "sino, sin duda, el día del descenso en Valencia. Eso fue mucho más duro". En aquella entrada que le provocó la lesión, el árbitro del encuentro, Pino Zamorano, ni siquiera llegó a pitar falta, "y, después, siempre que me lo he encontrado me pregunta qué tal me va", sonríe Aranburu.
El día que se consumó el descenso en Valencia es difícil que se le olvide al jugador azpeitiarra, "porque lo que se siente es mucha pena y, sin lugar a dudas, es la situación más difícil que me ha tocado vivir, aunque también hay otras como el día del partido de Vitoria en Segunda. Pero si tengo que elegir el momento más duro, ése es el del descenso, sobre todo por lo que representa para la gente, para una afición como la nuestra que siempre nos ha estado apoyando".
Fiel a su diplomacia habitual, Aranburu no busca excusas para el descenso, "porque ya llevábamos varías temporadas estando por abajo y al final nos fuimos a Segunda". La teoría de que el año en Champions posterior al del subcampeonato pudo pasar factura al club txuri-urdin no es considerada como excusa, "porque no sé si influyó o no en que perdiéramos la categoría".
También se muestra muy cauto sobre la turbulenta situación institucional por la que caminó la Real durante varios años, incluida la del descenso. "En el vestuario intentábamos que no nos afectara todo lo que pasaba fuera, pero sí que es cierto que el ambiente estaba muy tenso y al final todo ese tipo de cosas no ayudan nada". Durante todo este tiempo, el azpeitiarra ejercía de capitán y reconoce que "tuve que salir más veces a hablar como capitán de situaciones ajenas a lo deportivo, que de los aspectos puramente deportivos. Lo cierto es que todo esto lo recuerdo como una época bastante complicada continúa, pero ya superada porque ahora se ve una tranquilidad que ayuda mucho al trabajo".
Aranburu trata de olvidar toda la época de las turbulencias que tuvo su colofón en la Junta de Accionistas en la que resultó elegido presidente Jokin Aperribay y que concluyó con la intervención de efectivos de la Ertzaintza ante el cariz que estaban tomando los acontecimentos. Como realista de cuna y accionista del club, Mikel Aranburu reconoce que se percibía cierto riesgo "de fractura" incluso entre los aficionados realistas y que "aquello es algo que no se había visto nunca, cuando generalmente en las asambleas todo se acaba votando por unanimidad y sin más problemas. Había una crispación que no se había visto nunca".
Después llegó el calvario de la Segunda División, con aquella nefasta jornada de Vitoria que también queda en el recuerdo del azpeitiarra como uno de los "momentos más duros de mi vida deportiva". Pero el mundo es redondo y da muchas vueltas y el tercer año del tránsito por los campos de Segunda todo dio la vuelta.
Sin un atisbo de duda, Aranburu cree que la afición realista ha sido la verdadera responsable del retorno a los campos de Primera. Recuerda los desplazamientos masivos a plazas "como Soria, Cádiz o Salamanca como momentos inolvidables, como grandes alegrías", sin olvidar que Anoeta se convertía en el campo de la división de plata en donde más aficionados se congregaban cada fin de semana.
Por ello, no era difícil adivinar que el momento de mayor gozo para el centrocampista azpeitiarra se consumó el día del ascenso ante el Celta en Anoeta. Su reacción al finalizar el partido de quedarse quieto, como paralizado, con los brazos abiertos y mirando al cielo no la recordaba Aranburu, "pero supongo que sería por la sensación que tuve de alivio, de que por fin volvíamos después de los tres años que pasamos en Segunda. Ese día el ambiente en Anoeta era impresionante y fue una gran alegría para todos".
Cuando se le interroga si el hecho de ser guipuzcoano, de ser realista desde que empezó jugar al fútbol otorga un pedigrí txuri-urdin que no atesoran otros jugadores de los que van y vienen, Aranburu no se muestra en absoluto de acuerdo y recuerda que el día del descenso "todos estábamos igual de jodidos. No sé cómo lo lleva cada uno por dentro, pero allá estábamos todos abatidos".
Con su larga trayectoria en la primera plantilla realista, Aranburu ha visto desfilar a una larga lista de grandes jugadores. De todos guarda un gran recuerdo y le cuesta mencionar algún nombre que haya destacado sobre los demás. Cuando se le citan jugadores como Kovacevic o Nihat asegura que "no me quiero quedar con ningún nombre, todos han dado todo lo que tenían para la Real como también lo han hecho gente de aquí como López Rekarte. Jauregi, De Pedro y muchos más".
A su juicio, de lo que él ha podido comprobar en el vestuario a lo largo de estos años, "todos han demostrado como el que más su implicación con el club, desde el primero al último, sin distinciones".
Su diplomacia y mesura cuando habla de todo lo referente a la Real, alegrías y tristezas, momentos dulces y complicados, se evaporan como por arte de magia cuando se le pregunta por su segundo club, el Lagun Onak, aquel que le vio dar sus primeras patadas al balón en las categorías inferiores y que cuenta en sus filas con su hermano Josu.
Si nítidos son sus recuerdos sobre los momentos de gloria y sinsabores con la eslástica txuri-urdin, no menos nítido está en la memoria de Aranburu aquel partido para el ascenso a Segunda B que el conjunto de su localidad natal disputó en el campo de Garmendipe en mayo de 2009 frente a la Gimnástica de Torrelavega.
"No había visto nunca tanta gente en el campo, allá se juntó todo el pueblo", recuerda Mikel sobre el partido de vuelta. En el de ida, el conjunto cántabro había ganado por 1-0 a los guipuzcoanos. Nada más empezar el partido, el Lagun Onak se coloca con un 3-0 que parecía sentenciar la eliminatoria y, por consiguiente, el ascenso de los azpeitiarras a Segunda B. Se llega a los últimos minutos con un contundente 4-1 que parecía definitivo "y de hecho la gente ya estaba mandando mensajes de móvil a los que no habían ido al campo dando por hecho el ascenso, había un ambiente que yo no había visto nunca en Azpeitia".
Pero en el '89, un gol de falta directa de la Gimnástica pone el corazón en un puño a los presentes y un penalti muy protestado: "Yo no tengo nada claro que no fuera penalti", reconoce Aranburu. En los minutos de descuento se produce el definitivo 4-3 que da el ascenso al club cántabro y el Lagun Onak en cuestión de minutos se ve apeado de su sueño. "Eso sí que fue duro", añade Aranburu, quien vio el partido desde la grada acompañado de su compañero en la Real Mikel Labaka.
Aranburu cierra el encuentro confiando en que la Real vuelva a tomar el pulso a la categoría en donde ha estado la mayor parte de su historia "y podamos aprovechar esta ola positiva en la que estamos desde que conseguimos el ascenso. Aquí hay otro nivel y equipos que están en otra dimensión, pero tenemos que aprovechar al máximo el positivismo en el que estamos ahora", concluye.

Publicado en Noticias de Gipuzkoa el 27-11-2010

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