jueves, 25 de noviembre de 2010

El orgullo de un hermano

"Cuando en los estudios paso por momentos bajos, de esos que no te apetece estudiar, pienso en Nagore, en que no puedo decepcionarla y me vengo arriba. En vez de distraerme, lo de mi hermana me motiva, es un reto, no le puedo decepcionar" Las palabras de Javier Laffage Casasola expresan en toda su crudeza esa mezcla de impotencia, desamparo y a la vez de orgullo y admiración por su hermana de este joven de 24 años alegre y vitalista que vio cómo el fatídico 7 de julio de 2008 se le venía el mundo encima. Es una muerte que no toca, que va contra la naturaleza, que no respeta el ciclo humano. "Estaba en la playa con los amigos, llegué a casa y me encontré a mi madre llorando y diciendo nos la han matado, que nos han matado a Nagore. Me acuerdo que tiré el móvil y ya no sé qué hice".
A Javier le cuesta hablar con los periodistas. No se siente cómodo y lo ha hecho en contadas ocasiones "y además añade los de las televisiones se enfadan si hablas con otra cadena antes que con ellos". Javier, desde la muerte de su hermana, se ha refugiado en Internet en su particular lucha para que la gente sepa que su hermana fue asesinada y torturada aquella mañana de San Fermín que tenía que haber sido de fiesta y acabó en tragedia.
Una fiesta a la que Javier, junto a sus amigos, tenía intención de ir "porque era el primer año que Nagore tenía piso y lo habíamos organizado todo para comprar la bebida e irnos a Pamplona". La posibilidad de haberle dado la vuelta a la historia si en vez del día 7 hubieran acudido a la capital navarra el día 6 es una idea que ha rondado por la cabeza de Javier en ocasiones "pero trato de olvidarla". Unas fiestas, los sanfermines, en las que Javier se levantaba siempre por las mañanas para ver el encierro por televisión "pero ahora no puedo ni ver a los toritos, no puedo. La verdad es que no creo que vaya nunca a San Fermín porque lo pasaría más mal que bien".
Lo que súbitamente recuerda Javier es una llamada que su hermana le hace el día de su muerte "sobre las seis o siete de la mañana. Me estoy acordando ahora comenta sorprendido y la verdad es que ni siquiera lo recordé en el juicio pero sí que creo que se lo dije a la Policía el primer día. Me llamó pero no pudimos hablar porque se oía mucho ruido, como de discoteca, y recuerdo que mi madre se levantaba entonces y me preguntó que quién era. Yo le dije que nadie porque no quería que supiera que Nagore me llamaba a esas horas. Supongo que me llamó para preguntarme cuándo íbamos a llegar pero no pudimos llegar a hablar por el ruido".
La imagen de Nagore es para él recordar a su hermana del alma que a pesar de ser dos años menor ejercía, para él un fuerte atractivo por su carácter. "Pienso mucho en ella", afirma con ojos vivos y sonríe cuando recuerda escenas de la vida cotidiana. "Cuando estaba aburrido en casa, siempre iba a su habitación a tocarle un poco las narices y hacerla enfadar".
La hermana menor que incluso le ayudaba en sus ligues, como cuando organizó todo para preparar un encuentro al margen de los ojos paternos entre una amiga suya y su hermano mayor. "Sacrificó su fin de semana para ayudarme a mí", dice divertido Javier sobre una cita que acabó en noviazgo. Ahora, su novia, y también amiga de Nagore, es su mejor apoyo, "aunque es la que más me tiene que aguantar porque con ella me desahogo de todo lo que ocurrió".
Tratar de pasar página en la medida de lo posible para un joven de 24 años con toda la vida por delante no es tarea fácil, aunque él reconoce que tiene que intentarlo, "pero todo te recuerda a Nagore. Cuando voy por la calle y me encuentro con sus amigas, automáticamente me acuerdo de ella y piensas que porqué ella. Cuando te vas de fiesta, siempre hay gente que se te acerca y te da ánimos, te dice que te quería conocer, te da apoyo, con toda la buena voluntad del mundo, pero de inmediato vuelves a recordar todo. Es muy difícil, aunque lo intento".
Javier intenta que lo ocurrido no le afecte en su vida normal, pero reconoce que es bastante complicado. Asegura que cuando ve noticias relacionadas con la violencia de género en televisión, cambia de canal, pero cuando aparece alguna noticia relacionada con los jurados populares, una espina que lleva clavada muy dentro por la sentencia que emitió el encargado de juzgar al asesino de su hermana, siempre presta atención. Procura que en sus relaciones no se trasluzca lo sucedido "pero, por ejemplo, no quiero que ninguna amiga se vaya sola a casa".
En este punto, Javier se muestra preocupado por su madre. Teme que el final de todos los procesos legales acaben por hundirla después de dos años de lucha en búsqueda de justicia. "Mi madre está viviendo para que se reconozca que mi hermana fue asesinada pero, cuando todo se acabe, me da miedo que se hunda. Mi padre lo lleva todo mucho más por dentro, con mucha rabia como yo, pero mi madre lo expresa todo mucho más y no sé qué pasará cuando todo acabe".
El juicio celebrado en Pamplona y que acabó condenando a doce años y medio de prisión a José Diego Yllanes al considerar el jurado popular que lo sucedido fue un homicidio y no un asesinato, es para él una pesadilla. "Al principio estuvo bien, pero al final acabó siendo salsa rosa. Ahí metió mano alguien porque lo que pasó no es normal", afirma con una mezcla de convencimiento y rabia.
Para Javier, la familia del joven médico pamplonés que acabó con la vida de su hermana "lo tenía todo muy medido desde el principio, desde el primer día", mientras no puede esconder su indignación con el pago de la indemnización justo antes de celebrarse la vista. "Yo pagaría lo mismo si le condenasen a 20 años", afirma con rabia poco disimulada.
Los recuerdos del juicio celebrado en Pamplona se le amontonan en la cabeza como una mala pesadilla, con su ira centrada en el jurado popular. "¿A qué viene preguntar si mi hermana era ligona? ¿Y qué pasa si lo era? Olé por ella si lo era, es lo que nos gusta a todos", afirma indignado Javier, quien no duda que el testimonio de Yllanes fue una puesta en escena de nula credibilidad. Javier tiene claro que su hermana plantó cara a su agresor en un determinado momento "porque ella no se dejaba pisar por nadie" y se suma a la tesis de que pudo amenazarle con denunciarlo por algo que sucedió en la casa del crimen "y, además, conociendo como conocía a mi hermana, estoy seguro de que lo habría hecho, que habría salido de allí y habría ido a denunciarlo de inmediato", asegura convencido.
Cuando se le pregunta por el encuentro con los familiares de Yllanes, se muestra incómodo, muy dolido. "Ellos no tienen ninguna culpa pero no se han portado bien, solo miran por su interés y no por lo que le ocurrió a mi hermana". De todo el círculo de familiares y amistades del agresor, a Javier solo se le cambia la expresión cuando escucha el nombre de Guillermo Mainer, el amigo al que Yllanes trató de recurrir como coartada para la ocultación de pruebas y que al recibir la llamada de ayuda puso los hechos en conocimiento de la Policía y se activo la búsqueda del agresor. "No lo conozco afirma reconocido Laffage pero ese nombre no se me va a olvidar en la vida porque gracias a él no se pudo escapar".
Ahora, Javier espera con cierta esperanza la revisión del caso hoy por parte del Tribunal Supremo, si bien a su vez no puede evitar mostrar su temor porque la sentencia quede igual o, incluso, pueda llegar a reducirse si se atiende al recurso de la defensa también aceptado por el alto tribunal. "Puede parecer cruel lo que digo pero cuanto peor lo pase, mejor", sentencia dolido un joven que se despide de los periodistas mientras se introduce en las redes sociales para dar a conocer el documental Nagore, de la directora navarra Helena Taberna, que se exhibe estos días en los cines, "porque ahora lo único que puedo hacer es que la gente conozca lo que sucedió". Un documental en donde el hermano de Nagore pronuncia la dura sentencia de "yo siempre había pensado que quería tener dos hijos pero ahora sé que quiero tener tres por si ocurre algo similar". La impotencia de un joven que el 7 de julio de 2008 debería haber estado en Pamplona junto a su hermana y sus amigos disfrutando de unas fiestas pensadas para ellos y se encontró con el alma partida por la mitad.

Publicado en Noticias de Gipuzkoa el 25-11-2010

2 comentarios:

  1. brillante y esclarecedor relato, William, un abrazo desde... donde quieras ;o) un abrazo !

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  2. Gracias, David. La verdad es que la entrevista con Javier Laffage fue uno de los momentops más complicados que me ha tocado como periodista, pero bueno, así es la vida

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