jueves, 4 de agosto de 2011
La prima esa famosa
Esto de la crisis nos está haciendo a todos más inteligentes. Manejamos una serie de palabros impensables hace años. El camarada Moody's, el hábil Fitch, el malvado de Standard con su mellizo Poors y ahora la prima de riesgo, que ni Dios sabe exactamente en qué consiste pero todo Dios habla de ella con una naturalidad que acojona y tiene pintas de ser bastante cabrona la primita en cuestión. Es como la época aquella que le dio a la gente por entender de vino, que fue como una pandemia y sujetos que solo lo habían probado mezclado con coca-cola en un katxi en noche de gaupasa, de repente, te hablaban de aromas y espesores como si fueran sumilleres del Maxim's parisino. Lo reconozco, no sé qué es la prima de riesgo porque he decidido que lo que tenga que ser que sea, pero esto de aprender economía de crisis empieza a ser un poco como mirar síntomas de enfermedades por Internet. Si te duele el dedo gordo del pie, la Red te lleva a una muerte segura e inmediata. Lo de la prima de riesgo viene a ser lo mismo. Si sigues, llegamos al crack absoluto y a empezar a comernos unos a otros a mordiscos. Lo único que debemos tener claro es que los que han provocado la situación serán los únicos que no la sufran. En medio de la catástrofe, estarán perpetrando la siguiente. Viene todo esto a cuento porque el 20-N nos llaman de nuevo a las urnas para elegir a los capataces de la finca, a los que llevan 30 años de gerentillos. Los propietarios no se presentan. Esas cosas plebeyas no son de su mundo, que ellos ya tienen a Moody's, a Fitch, a Standard, a Poor y ahora, a la primita de los cojones
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