jueves, 22 de julio de 2010

Toni Garrido

Uno de los muchos peajes que tiene esta profesión es que si te han dicho que tienes que escribir un día en concreto, tienes que escribir ese día concreto, independientemente de que no tengas ni repajolera idea de qué ni nada interesante que contar, algo que al gerente de turno le da absolutamente igual. El caso es ir rellenando los agujeros del periódico para que salga al día siguiente, los obreros puedan tener algo para envolver el bocadillo y la Tierra siga dando vueltas alrededor del Sol. Así que honraré a ese regalo de las ondas que responde a Toni Garrido. Ni lo conozco ni aspiro a ello, pero es muy reconfortante comprobar que todavía queden rescoldos en esta profesión por los que ésta siga mereciendo la pena. Radio inteligente, radio pública en el amplio y puro sentido de la palabra, en el frente exactamente opuesto a ese periodismo de hooligans tan extendido, nada preocupado ni en informar ni en buscar la verdad sino en adoctrinar, que está gangrenando de forma irremediable nuestra profesión. Ir en el coche y escuchar a Toni Garrido y al insuperable sueco Tom es una verdadera delicia. No sé por qué, quizás porque nunca se saltaba el dial aunque te fueras de Hondarribi a Algeciras, siempre he conducido acompañado de Radio Nacional, gentes que llevan metidas en su genética el concepto de medio público, tan imprescindible en nuestros días, y que consideran al escuchante una persona adulta con capacidad para sacar sus propias conclusiones, es decir, con respeto. No le han dado ningún premio al Garrido pero me apetecía escribir la columna. Por tantísimos kilómetros de buena compañía.

1 comentario:

  1. Se han fulminado al Toni. He disfrutado enormemente de su inteligente humor, su apertura de miras y su gusto por hacer radio. Como tantas veces, en TV perdía (la imagen del locutor no se ajusta a la que vemos en la pantalla). Ojala siga en radio y ojalá este trago no amargue su carácter ni castigue su sorna gustosa- Abrazos al viajero, no sabíamos que tenías semejante "Motor" entre las piernas (digo el corazón, malpensau).

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