jueves, 15 de julio de 2010
De patrias y banderas
Larry Bird, el mítico ala de los Celtics, después de un partido ganado, se duchaba y volvía al parquet del Boston Garden a lanzar cien triples seguidos para que la muñeca no perdiera tono. Pasaba de celebraciones. El día de su despedida, con el Garden entregado, el dueño de los Celtics soltó el típico speech de los momentos épicos para acabar con un Larry, eres un genio. El genio eres tú, que no habiendo metido una canasta en tu vida ganas más dinero que yo, le respondió Bird. Una forma sobria de entender los éxitos. Como vivimos en un país de pijos, con las preocupaciones propias de los pijos, es motivo de duras polémicas estos días que qué bandera llevaba fulanito, porqué no llevaba esta otra, que si en tal sitio en donde nunca había ocurrido sonaban muchas bocinas, que si en ese mismo sitios tocaban las bocinas para joder a los que les jodió que ganara quién ganó y todos esos apasionantes debates patrióticos. El montañero Ochoa de Olza, en su libro Bajo los cielos de Asia, detalla un delicioso episodio en donde explica que la bandera de Navarra, que les había entregado el presidente de esa comunidad para que ondeará en lo alto del Everest, acabó como tapete para las partidas de mus en el campo base, no porque los integrantes de la expedición renegasen de su accidental lugar de nacimiento sino porque para jugar al mus hace falta saber mentir... y un tapete. Y por cierto, estoy por oír en todas estas celebraciones y polémicas repetitivas hasta el hartazgo, unas simples palabras de recuerdo a los 72 ugandeses despedazados vivos mientras disfrutaban de la final. Menos patriotismos y más humanidad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario