lunes, 14 de junio de 2010

Italia ha empatado; ya tenemos finalista

Italia parece que no funciona como se espera de ella, aseguraba el comentarista de televisión. Así que, señores, ya saben, vayan a Internet y apuesten a su favor que tiene bastantes boletos para meterse en la final. Ayer volvieron a ejercer de italianos, que es lo que mejor saben hacer. Empezaron mal, Paraguay les metió un gol, desaprovechó algún otro y llegaron los minutos italianos por excelencia, los del final, que sirvieron para empatar el partido. Es decir, todo sobre el guión. Italia no gana por cuatro goles en la fase inicial porque entonces no sería Italia sino que sería Alemania y no llevarían greñas de moda sino que serían más bien feos, de apellidos complicados y escaso verbo. Italia es así, rácana, bronca, macarra, pandillera, ganadora. Un lujo para sus periodistas que les llaman viejos, acabados y demás lindezas mientras 50 millones de italianos ejercen siempre de consejeros, como decía Gianni Rivera, que fue subcampeón con la escuadra azzurra en 1970. En España, en el 82, su primera fase fue de auténtica risa. No ganaron ni un partido, sólo marcaron un gol de chiripa y se metieron en la segunda con un triple empate inverosímil. Sólo les faltó la moneda al aire. El Mundial acabó con Sandro Pertini corriéndose una juerga en el palco del Bernabeú que quedo grabada en las retinas de todos los aficionados del planeta. Lo dicho, Italia ha cumplido con creces en su debut, lo mismo que los panzeres alemanes que vienen sobrados, como acostumbran los germanos. Nosotros, los argentinos (en un Mundial, cada uno es de donde le sale de los cojones), también cumplimos con nuestra parte y además conseguimos que Maradona aguantara con la corbata los 90 minutos sin hacer nada raro con ella. Miedo ya le teníamos a Diego, no crean, pero se portó el Altísimo. Quién mordió el polvo malamente fue Inglaterra y nada más y nada menos contra un rival que duele mucho más, los norteamericanos de Norteamérica del Norte que tienen la desfachatez de llamar soccer al fútbol, lo que debería ser causa suficiente para que no les dejaran jugar pero con la cosas de comer no se juega y a ver quién es el guapo que les dice que no, que ellos no juegan. El bueno de Green llevara un par de días con unos zumbidos en los oídos de preocupar porque habrá que escuchar estos días a los ingleses en bares y pubs. Inglaterra no es Italia, aunque tengan a Capello en el banco, y no es bueno lo de empezar empatando. Esas cuentas sólo les salen a los de Marcelo Lippi. Hoy juega Brasil contra Corea del Norte (nos ganaron porque cómo eran todos iguales cambiaron a la mitad en el descanso, aseguraron los italianos tras perder con ellos 1-0 en 1966) y mañana debuta La Roja contra Suiza para dar por concluida la participación de los llamados, en teoría, a decir algo en esta ocasión. Todo bastante soso de momento, pero cumpliendo los guiones previstos y con la duda de si se prohibe la jodida vuvucela para que nadie opte por el suicidio antes del tiempo, aunque tengo que reconocer que ayer entre los discursos de Markel y Olano y el diabólico instrumento sudafricano, puse el canal mundialístico. Partido duro, bronco, nada vistoso dicen los digitales que fue el Paraguay-Italia. Seguro que alguno de los más viejos de la Toscana se está descojonando vivo. Italianos.

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