viernes, 26 de marzo de 2010

El acoso a Garzón

No voy a entrar en la bondad o maldad de Garzón aunque tengo que reconocer que nunca me han gustado los jueces estrella ni la repercusión mediática que tienen. El mejor juez es aquel del que desconozco su nombre pero que se dedica a aplicar la Justicia con mayúsculas, sobre todo aquella basada en el sentido común y los principios humanistas elementales, aquella que le de a cada cual lo suyo. Lo que no me puede entrar en la cabeza es que un grupo de desocupados de extrema derecha, llámense Falange o Manos Limpias, sean capaces, 35 años después de muerto el invicto caudillo, de echar por tierra una investigación de crímenes del franquismo a través del acoso judicial y el abundante manejo de fondos económicos, que no se sabe muy bien de dónde salen. Si leyéramos que un grupo nazi, prohibidos por otra parte, para en el Tribunal Supremo alemán la investigación sobre algún criminal, nos parecería que estamos asistiendo a un episodio de ciencia-ficción. Es más, eso sería absolutamente imposible. Alemania es un país civilizado. Pero en la piel de toro todo es posible. Y lo que es más preocupante es que la autodenominada derecha civilizada participe entusiasmada en la cacería y sus acólitos con toga se amparen en la madeja de la parte contratante de la primera parte para tratar de mezclar el culo, las témporas, el polvo, la paja, el grano y el trigo. Los ultras, a través de sus señorías, podrán demostrarnos con jurisprudencia encima de la mesa que los elefantes se sostienen encima de las telas de araña. Los mortales sabemos que en el franquismo hubo crímenes que deben ser juzgados.

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