domingo, 3 de enero de 2010

López de Uralde

Los que cada día recurrimos más a los tópicos para hacernos más sencilla la existencia (no generalizar implicar pensar y eso cuesta) pensábamos que Dinamarca era uno de esos países serios, sensatos, de los que aplican el sentido común y esas cosas. Error garrafal. Un país que se permite el lujo de mantener en el trullo a un peligrosísimo elemento como Juantxo López de Uralde desde el 20 de diciembre (sin haberse podido comunicar ni una sola vez con sus familiares en las fechas navideñas) por desplegar un cartel en la cena de gala ofrecida a los depredadores del clima reunidos para combatir lo que ellos han provocado, es que se lo tiene que mirar muy seriamente. En un arrebato de pericia periodística me he ido a Google y he comprobado que mi antes admirado país también tiene reyes y reinas y príncipes y princesas, con lo que, definitivamente, tienen un serio problema con el sentido común, con todo mi respeto a los daneses que seguro que serán gentes estupendas. De lo que no tengo ninguna duda es del motivo de la detención. No, no creo que lo detuvieran por alterar el orden en la cena de sacrificio del clima de los líderes que utilizaron 1.900 limusinas en la cumbre de Copenhague. No, qué va. Lo detuvieron porque en el cartel que exhibió se podía leer Los políticos hablan, los líderes actúan, que es una sutil manera de denunciar la podredumbre moral e intelectual de los charlatanes de feria que nos gobiernan. Uralde sigue en el trullo, los que no decidieron nada dan ruedas de prensa. 2010 empieza como acabó, con el mundo al revés. Menos cumbres y más legumbres.

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