Lo soltó ayer algún artista. De confirmarse todo lo que estamos leyendo sobre los tejemanejes de los barandas de la SGAE estaríamos hablando del mayor acto de piratería conocido en este país. Piratería de la de verdad, de la siempre, de la de venga chavales, vamos a ponernos a robar hasta hartar ahora que podemos, de la típica del país de Rinconete y Cortadillo y no de esa otra de la que hablaban en sus campañas. Y no estoy de acuerdo con el todo gratis. No tengo ni idea de bajarme nada por Internet y los trabajos de la gente hay que pagarlos, lo mismo que se paga al fontanero o al carpintero pero estoy hasta las mismísimas narices de los megalobbys que se montan algunos –muchos– bajo el sacrosanto concepto de la cultura. La cultura, como la religión, pertenece a lo más privado de los ámbitos, la llevamos en la sangre, en los genes, en la necesidad imperiosa de crear o admirar creaciones de otros, sea en el campo que sea. Pero bajo el seguro paraguas de la cultura nos encontramos demasiado a menudo con auténticos piratas, con el discurso de postal bien aprendido, con esa insufrible superioridad de quien se arroga una especial sensibilidad, cuando en realidad lo único a lo que son sensibles es al grosor de la billetera. Y no les lleves la contraria, no oses opinar que tal vez sea una absoluto dislate esos miles de millones de ayudas públicas para no se sabe muy bien qué, porque entonces serás desterrado a lo más profundo del pozo con sentencias huecas pero resultonas del tipo de es que no apostáis por la cultura, no tenéis sensibilidad con la cultura. Que jeta tienen... y que incultura.
Publicado en Noticias de Gipuzkoa el 7 de julio de 2011
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