Que la caverna mediática salte a degüello con el asunto de la capitalidad para Donosti entra en el guión. Al fin y al cabo, el monotema vasquito sigue siendo el recurso más eficaz para que suene la caja registradora, que es en lo que consiste esta miserable profesión de vender periódicos, ganar televidentes o sumar oyentes. Y ahí vale todo, fundamentalmente esa máxima periodística de no permitir que la realidad te pueda estropear un buen reportaje o una brillante argumentación. En la tarde del martes, en la redacción nos tomábamos a coña el desbarre institucionalizado de los medios habituales, esos que tendrán que reducir paginación y plantilla cuando los de las capuchas echen la persiana. Hubo hasta una medio porra para elegir el titular y nos salió el de Europa Ta Askatasuna. No hay mejor arma contra la aberración que el humor. Pero todo eso entraba en la lógica de quien ha hecho del antiterrorismo su modus vivendi. Lo que es más descorazonador son reacciones de gentes como Rosa Aguilar o Juan Alberto Belloch, que ayer insistía en que se revisara la decisión del jurado. Entiendo el humano enfado del que pierde y ve como el trabajo realizado durante años se va al garete en diez segundos. Sus ciudades, Córdoba y Zaragoza, seguirán siendo lugares que hay que visitar obligatoriamente independientemente del asunto del 2016. Lo que no puedo entender es que se sumen a la caverna del odio negándonos el derecho que tenemos a ver a un alcalde de Bildu poniendo la mano en el hombro a un exalcalde socialista por un objetivo común. Para ellos será una chorrada. Para nosotros, ninguna.
Publicado en Noticias de Gipuzkoa el 30 de junio de 2011
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