Lo único importante en toda esta jodida pesadilla de los últimos 50 años es que la muchachada de las capuchas lleva 692 días sin cometer atentados, lo verdaderamente fundamental. Supongo que será cuestión de tiempo –de mucho tiempo– que se vayan cerrando heridas, que aprendamos al menos a convivir visto que la reconciliación será casi imposible. Demasiada sangre, demasiado muerto, demasiada violencia y demasiados odios entre unos y otros. Lo que tengo mis serias dudas de que tenga arreglo son la chulería, la prepotencia, la arrogancia, la actitud de chuloputa barriobajero sin arreglo de personajes como Txeroki, apodo que es un insulto a la noble tribu nativa americana. Las imágenes de ayer en la Audiencia Nacional agachándose hasta cuatro veces por debajo del cristal blindado para mirar a los testigos protegidos lo dicen todo. Macarrismo en estado puro, de ese que se lleva en el ADN, de ese que revela a la perfección que este tipo jamás ha mantenido conversación alguna con un diferente. Esta misma semana se conocían unas declaraciones suyas en donde el emperador encargado de bajar el pulgar durante varios años al frente de ETA aseguraba que ya había pasado la etapa de la violencia y que igual había que estar otros 50 años sin atentar. Lo que no decía es si se va a encargar él de iniciarla otra vez dentro de cinco décadas. Una de las frases más brillantes que he oído nunca sobre este tema es cuando Josu Jon Imaz dijo aquello de que él no tiene nada que negociar sobre el futuro de su país con unos señores con capuchas. El de ayer de las risitas era uno de los capucheros.
Publicado en Noticias de Gipuzkoa el 23 de junio de 2011
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