Es la autoridad última del país, nombra al primer ministro, nombra a todos los miembros del Gobierno, puede cesar al primer ministro, a todos los miembros del Gobierno, gobernar por decreto, nombrar a los jueces de la Corte Suprema, es la cabeza de las Fuerzas Armadas y líder religioso de la nación, tiene a una juventud dispuesta a perder la vida en una patera antes que seguir viviendo bajo sus tiránicas botas, ha legitimado la tortura, la corrupción, la miseria, la opresión sistemática de la mujer pero no, ahora dicen nuestros mandatarios socialistas que lo de Marruecos es distinto “por que se percibe una apertura”. Los miembros de la Internacional Socialista, que acaban de descubrir con asombro y estupor lo malos que eran los partidos hermanos que sostenían las dictaduras de Túnez y Egipto, les toca ahora el papelón de palanganeros mayores del reino hermano, ese que tiene al pueblo saharaui internado en un campo de concentración. ¿Y qué piensa de todo esto nuestro campechano? Pues que hará todo lo que esté en su mano para perpetuar y legitimar lo máximo posible al tiránico régimen del primo de Rabat. No sé en que acabarán las revueltas de la juventud árabe, pero tengo claro que en los tres últimos sitios en las que triunfará son las tres naciones afectadas que aún se rigen por el derecho genital, esa ancestral secta de príncipes y princesas. Saudíes, jordanos y marroquíes lo tienen peor. Saldrán a su rescate – al rescate de los déspotas, no del pueblo- los primitos occidentales, con nuestro campechano a la cabeza. Ya se sabe, entre bomberos no conviene pisarse la manguera.
Publicado en Noticias de Gipuzkoa el 3 de febrero de 2011
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