Joxe Arregi nos recibe en su nueva casa de Arroa, en Zestoa, en un piso de un bloque de viviendas más pensado para una pareja joven que va a conformar una familia que para alguien acostumbrado a vivir durante décadas en el interior de una comunidad franciscana.
Pero el teólogo reconoce "sentirse bien" con su nueva vida, después de todos los avatares sufridos como consecuencia de sus posturas divergentes con la actual jerarquía católica y el obispo de Donostia, José Ignacio Munilla, y del paso que dio abandonando el sacerdocio después de toda una vida dedicada a ello: "No sé si me precipité o no, aunque es cierto que todo fue muy rápido, pero creo que no merecía la pena prolongar esa situación de impasse porque no veía salida y ahora estoy contento de haber dado los pasos que di. No había salida a medio y largo plazo y la vida sigue y yo estoy muy bien", añade Arregi.
Una reconversión a la vida civil, en donde quien hasta hace poco vivía en el seno de la comunidad franciscano en Arantzazu echa de menos, "el marco de la liturgia sencilla con los franciscanos mayores, no el marco institucional de los grandes actos, sino la liturgia sencilla" y en, donde ahora, tiene que lidiar con las labores de la vida cotidiana. "De tenerlo todo hecho pasas a tener que hacerlo tú", reconoce sonriente Arregi.
"Lo que más ansiedad me produce continúa es ir a hacer la compra. Y es increíble lo rápido que se acaba la comida", sonríe Arregi que reconoce que los tuppers entregados por hermanas y amigas le están salvando del apuro de la cocina en su debut como amo de casa.
El teólogo franciscano se siente cómodo con los temas de actualidad y muestra su incredulidad con los documentos publicados por Wikileaks sobre las formas de la diplomacia estadounidense: "Sorprende que nos traten hacer creer que lo grave es la filtración y no todo lo que se está conociendo, todas las mentiras que están saliendo. Ojalá hubiera muchos más Wikileaks".
Fiel a su trayectoria religiosa, Joxe Arregi se remite, "al Dios Mamón, del que ya hablaba Jesús, al Dios del dinero que es el que manda. Pero no el dinero que sirve para comprar salchichas sino el dinero que fabrica el dinero. Estamos en manos de los bancos y aquí no hay democracia sino que somos unos mandados aunque vayamos a votar cada cuatro años".
"Mientras haya millones de habitantes del planeta que no tengan nada para comer en la mesa, no podemos hablar de democracia en la sociedad. Deberíamos promover un debate continúa en el que salga a relucir que el gran terrorismo que existe hoy en día es que 70.000 personas mueran cada día de hambre".
Para Arregi, los procesos de corrupción cuando se llega al poder, "no son exclusivos de la Iglesia sino que se dan en todos los aspectos de la vida porque estamos creando un modelo económico y planetario insostenible y debemos preservar un planeta habitable. Nos estamos jugando el porvenir", asegura.
Joxe Arregi prefiere no ahondar en sus profundas diferencias con la actual jerarquía eclesiástica, tanto en el ámbito de la diócesis guipuzcoana como a nivel global, sino hablar de la esperanza del futuro. No obstante, Arregi quiere dejar claro el concepto de, "obediencia crítica y creativa porque la auténtica fidelidad es aquella que es crítica y creativa y no aquella sumisa a ciertos mandatos, por muy sacralizados que estos sean".
La situación por lo ocurrido en la diócesis guipuzcoana no la proyecta tanto a nivel personal, "ahora estoy haciendo lo que me gusta porque en la vida personal puedo vivir la espiritualidad y transmitirla", sino por el estado de ánimo actual de la base cristiana guipuzcoana, "que está en estos momentos en una situación de incertidumbre, de descoordinación. Es una situación de inseguridad, de cansancio, de frustración añade de mucha gente muy comprometida por todo lo que ha sucedido aunque hay un buen síntoma que es la voluntad de cohesión que existe".
No obstante, el franciscano no cree que se produzcan cambios en el corto plazo, "me temo que seguirán en esta línea de restauración y esto significa la sectarización de la Iglesia. Significará explica convencido el fracaso de la misión evangélica de la Iglesia en nuestra sociedad aunque tampoco creo que eso sea lo más decisivo, ya que lo verdaderamente importante es el dinamismo del espíritu, lo que dijo Ezequiel que los espíritus emigrarán del templo a otras estancias. Eso es lo verdaderamente importante".
Para Arregi, los análisis erróneos sobre las repercusiones del Concilio Vaticano II impulsado por Juan XXIII en 1962 y fundamentalmente a partir de la llegada de Juan Pablo II a la silla de San Pedro fue el refuerzo de los posicionamientos actuales de la jerarquía de la Iglesia católica. "Llevamos 30 años de posiciones restauracionistas en el seno de la Iglesia, de un plan perfectamente trazado, que se ha ido instaurando de forma progresiva y que, desgraciadamente, va a marcar la teología oficial de, al menos, los próximos 30 años".
Ese análisis erróneo, a juicio de Arregi, de quien entendió el proceso de secularización de las sociedades avanzadas como consecuencia del marco de apertura del Concilio Vaticano II, "y no como una transformación cultural enorme que es inherente a la cultura de la información que estamos viviendo. Es un cambio de época insiste, un tránsito y la Iglesia podía haber optado por repensar el discurso adaptándolo a los nuevos tiempos, por hablar de laicidad, de pluralismo, de diálogo interreligioso y, en cambio, ha optado por lo contrario, por recuperar la solidez del edificio anterior al Concilio".
El teólogo lamenta que, "a pesar de que la demanda de la base social de la Iglesia para acometer cambios sea mucha mayor que hace 30 años, es más complicado por ese control que ejercen los que defienden las tesis restauracionistas en los ámbitos de la enseñanza, en las escuelas de Teología, etc". En este sentido, Arregi recuerda que lo sucedido en el Concilio Vaticano II, "fue imprevisto, no se esperaba en aquellos momentos", con lo que, a pesar de que no le gustaría que hubiera en estos momentos otro Concilio, "porque sería muy peligroso con la doctrina que impera hoy en día", mantiene la esperanza de que, al final, la demanda en el seno de la Iglesia, "no se podrá acallar, es una voz que no se puede acallar y el cambio tendrá que llegar por una especie de implosión ya que la Iglesia oficial se está metiendo en un callejón sin salida, con determinadas formas históricas que ya no son sostenibles".
A juicio de Arregi, el único camino que queda para combatir esas posiciones oficiales, "son las plataformas alternativas, alejadas de las plataformas oficiales. Uno de los retos fundamentales es crear nuevos marcos fuera de los oficiales y para ello hace falta iniciativas y además coordinadas". El diálogo interreligioso en un mundo globalizado es considerado vital para el teólogo azpeitiarra. "Es algo urgente, peligroso y transformador ya que exige una transformación de paradigma, pasar del exclusivismo al diálogo". A juicio de Arregi, ese salto no debería ser ningún problema, "si tenemos muy claro que hay algo mucho más importante que nos une, que es el misterio de Dios".
Para tratar el papel de la mujer, tanto en el seno de la Iglesia cómo en la propia sociedad, Arregi recuerda a Jesús, "que no hay que olvidar que hizo profeta a María de Magdala". A juicio de Arregi, "todas las grandes religiones, no solo la cristiana, son patriarcales pero Jesús rompió con esos esquemas, haciendo cosas que eran desconcertantes en aquellos momentos". A juicio del franciscano azpeitiarra, fue pasadas dos generaciones de la vida de Jesús, "cuando la Iglesia volvió al patriarcado en pleno Imperio Romano y después llegó la legitimación teológica de ese patriarcado que se ha mantenido hasta nuestros días".
El argumento central de quien justifican teológicamente ese patriarcado se basa, "en un argumento insostenible que es la elección de doce varones como apóstoles. A quienes mantienen ese argumento desde un supuesto discurso teológico continúa habría que recordar que los doce eran judíos o que solo hablaban arameo pero ahora nadie se plantea que todos tengamos que ser judíos o que todos hablemos arameos. Utilizan un hecho profético-simbólico el Israel restaurado de las doce tribus para mantener un argumento insostenible hoy en día", concluye con convencimiento y resignación, "no creo que vayan a cambiar en los próximos años", el franciscano que decidió dejar los hábitos para fortalecer su fe.
Publicado en Noticias de Gipuzkoa el 1-12-2010
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