No es que esté muy puesto yo en la situación laboral de los controladores. No me suelo meter en asuntos de millonarios, una cuestión de orden de prioridades. Me suele motivar un poco más preocuparme sobre los que no tienen acceso a la sanidad que al dilema de si este mes me dará para comprarme el Audi A4 o sólo me podré ir de vacaciones a Cancún. Pero metidos en harina, lo que digo yo es que habrá controladores y controladores, ¿no? Imagino que ser controlador en Chicago tiene que tener su aquel, con 25 aviones tripulados por 25 tipos que hablan cada uno un inglés diferente pidiéndote paso al mismo tiempo mientras ves como se cruzan líneas todo el rato por la pantallita y no se choca nadie. Aburrido parece que no es. Pero claro, ser el controlador de Hondarribi (con todos mis respetos para el controlador de Hondarribi, familiares, amigos y ex novias) pues que quieren que les diga, que tiene que suponer un stress similar al de los cubanos que pasean por el malecón de La Habana. Yo no quiero mandar a nadie al paro –y menos a nadie que cobra 200.000 euros del ala por decir una vez al día aterriza por la pista uno, la única que tenemos–, pero creo que se podría reducir ese gasto. Que salga el piloto (me está saliendo una columna de indigentes) y despúes de lo de los flotadores, que coga el micro y diga el primero que vea el mar, que grite fuerte, y graciosillos, los justos para evitar que el listillo de turno intervenga a la altura de Soria. No sé, una idea para reducir el déficit y esas cosas.
Publicado en Noticias de Gipuzkoa el 9-12-2010
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