sábado, 3 de mayo de 2008

Aquel mayo de París

Hoy hace 40 años que jóvenes universitarios, hijos de la burguesía como los calificó el partido comunista francés, empezaron a montar el pollo en la Sorbona. De Gaulle mandó a los maderos, se lío parda y París disfrutó de un festivalete de un mes que acabó como suelen acabar todas las revoluciones donde se come caliente tres veces al día: con gran triunfo de la derecha, vuelta al orden y hasta luego, Lucas. Pero cuando el escenario son los claustros de Nanterre y La Sorbona o los Boulevares de Sant Germain y Sant Michel y los actores jóvenes apuestos de indómita rebeldía, nace la leyenda. Que creo que no es más que pura leyenda cinematográfica y romántica si nos atenemos a los resultados. Y discrepo de los que dicen que no sirvió para nada. Le sirvió al status quo del momento para aprender como lidiar con esos brotes y convertir a los del Prohibido Prohibir en futuros censores tecnológicos, a los del Seamos realistas, pidamos lo imposible en apologetas del Seamos más realistas aún, ya hemos vendido todo el pescado... y a buen precio. Por eso me fascina oír a tanto protagonista (debía haber unos 50 millones en el barrio latino aquellos días; yo no estuve. Tenía meses y mi única revolución consistía en encontrar la teta de mi madre). Y por eso me encanta escuchar a uno de los supervivientes en todos los sentidos de aquel documental en blanco y negro como es Paco Ibáñez, que cuando le preguntan por la generación de los hijos del Mayo del 68, suele bautizar con sorna y amargura a sus ex compañeros de barricada como los hijos de puta del Mayo del 68 en París. Que les sea leve la chapa que se les avecina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario