lunes, 10 de diciembre de 2007

¿Para qué votamos?

Lo de la política empieza a adquirir tintes surrealistas. Durante el verano, el culebrón fue para los navarros que bajo el lema socialista de En Navarra, decides tú, el Comité Jacobino del PSOE en Madrid decidió que pá tu culo, pirulo, que ahora no nos viene bien que nos monten la bronca el facherio y los de las ondas celestiales, que lo primero es lo primero, y me la trae al pairo perder dos votos en Lesaka si gano cuatro en Fuenlabrada. Ahora, el culebrón nos ha llegado con la decisión de Markel Olano de que como no tengo mayoría suficiente para aprobar lo que yo quiero, utilizó el decreto y sale lo que yo quiero aunque sea minoría. Con un par. Es decir, que la voluntad popular reflejada en las urnas no vale. Así de claro y de sencillito. Después, obviamente, lo envuelven en papel de celofán para presentarlo al común de los mortales que acaba por arrojar la toalla ante tanto tecnicismo, la ley noventa barra noventa y tres, la armonización de los territorios, el compromiso con el tejido empresarial y blablabla. Todo, para no reconocer que una cacicada es una cacicada y que de poco vale lo que vota el soberano cuando de lo que estamos hablando es del jodido parné. Todo parece indicar que al final las empresas cotizarán al 28% evitando, de esta manera, una fuga masiva de naves y currelas a Álava y Bizkaia. No obstante, Markel, anda al loro y crea de forma urgente suelo industrial porque teniendo en cuenta que los empresarios navarros cotizan al 32,6% van a venir como locos por aquí. ¿O ese argumento ahora ya no vale?

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