lunes, 23 de agosto de 2010

Amianto y Memoria

En Canadá producen amianto a paladas. Da mucho dinero pero saben de sobra que mata. Por eso lo tienen prohibido en su territorio y lo exportan a esos países en donde es mucho más importante los puntos de crecimiento en el PIB anual que la vida de sus trabajadores. Forma parte del cinismo inherente a las potencias occidentales. Lo que resulta cansino, e incluso obsceno, es que avanzado ya el año 2010 haya que luchar por lo evidente en un barrio de Renteria o de Beasain. En los últimos años ya no se sabe muy bien si sumamos para adelante o para atrás. No estamos hablando de un problema menor, no estamos hablando de una explotación laboral al uso, de la sempiterna avaricia de unos sobre la economía de los otros. No. Estamos hablando de la misma vida de unos trabajadores y trabajadoras que fueron los que pusieron en pie este país y que durante años fueron al tajo a convivir con el polvo blanco asesino sin que ellos lo supieran. El asunto no es ninguna broma y cualquier dejación empresarial o institucional sería una aberración. En estos tiempos que corren, en los que tan de moda, afortunadamente, se han puesto conceptos como la memoria histórica, no estaría de más un poco de memoria con los vivos, con aquellos que fueron los responsables que subiera el PIB anual, que se generase riqueza y que avanzara la sociedad a través de su trabajo diario. En Gipuzkoa, en Euskadi y en España, gobierne quien gobierne, hay una responsabilidad con toda esa gente. Y un pueblo que no actúa con memoria con los que lo levantaron, no merece tal nombre.

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