jueves, 25 de junio de 2009
Lehendakari, un favor
Cincuenta y ocho días, con sus correspondientes 1.392 horas, es lo que dura la pesadilla de un joven estudiante de la UPV, nacido en Camerún, desde que una buena mañana de finales de abril fuera conducido a una comisaría, ante la vergüenza indisimulada de algunos de los policías que lo único que hace es honrarles, y enviado en un avión a su país natal en el que, precisamente, en estos momentos no le viene muy bien estar porque tenía exámenes en el campus donostiarra en donde trata de labrarse el futuro que le negaron en la puteada África. Sus colegas de clase, las gentes de la Uni y un grupo de religiosos en Camerún son los únicos que mantienen a flote la tabla de salvación. Pero quizás, a los que nos gustaría que hubiera aprobado o suspendido como todo Dios en la UPV después de haber hecho los exámenes, no hayamos reparado en un hecho vital que puede cambiar el rumbo no ya sólo de este caso en cuestión, sino de la propia marcha de la humanidad. Por si ustedes no se habían percatado de ello, tenemos un lehendakari no nacionalista, rabiosamente no nacionalista, el más no nacionalista de todos los no nacionalistas del planeta, como ya habrán tenido ocasión de escuchar unas cien mil veces en los últimos días a través de los cientos de altavoces no nacionalistas a su servicio que, hoy por hoy, son prácticamente todos (ya te joderán los fachas en el futuro, Patxi, que esto no dura siempre, ya sabes como son). Pues bien, lehendakari, aquí tienes un caso de libro para demostrar tu presunto no nacionalismo con el agravante a tu favor que, de momento, lo que pidas en Madrid te será concedido cuál si fueses emperador. Un ciudadano vasco (porque entiendo que entiendes que vascos son los que trabajan, estudian y viven aquí) llamado Armand Nong ha sido despojado de derechos básicos por una cuestión de nacionalismo furibundo que, aunque pregones lo contrario, no es el de los discursos sino el que tiene capacidad de legislar. Y no me cuentes la vaina de la burocracia, que una cosa es que sea un poco cabrón y otra muy distinta gilipollas.
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