sábado, 10 de noviembre de 2007

Que cabrona, la lavadora

Coleman no mintió ayer al aparecer errabundo perdido a la 1 del mediodía a la rueda de prensa. Después contó la de Pedrete con la malvada lavadora y el exceso de líquido elemento, que es, a la postre, lo que le ocurrió. Exceso de líquidos. Es decir, que hizo un Ernesto de Hannover en toda regla y se puso de txakoli hasta las orejas. Y es lo que tiene el txakoli cuando se consume de forma compulsiva durante un amplio espacio de horas. Que acabas mamau como una rata, te quedas dormido y no te despiertan ni los que recogen la basura, campeones del mundo mundial despertando gente. El fútbol y el alcohol siempre han sido grandes aliados, y más entre los súbditos de Su Graciosa Majestad. No hace falta recordar a Paul Merson y Paul Gascoigne, auténticos baluartes del drink team, o al recientemente fallecido George Best, que dejó para la posteridad aquella frase de "he gastado mucho dinero en coches, mujeres y alcohol... el resto lo he despilfarrado". Rene Orlando Houseman, uno de los punteros indiscutibles de aquella selección argentina de Menotti, jugó varios partidos como un pirata y suele recordar un partido contra el River el 4 de septiembre de 1976 en donde, completamente borracho, fue capaz de hacerle un gol al Pato Fillol. De todas maneras, de todos, me quedo con Mágico Gónzalez, aquel genio del Cádiz, capaz de marcar goles inverosímiles aunque llegase al campo de gaupasa. Cuenta la leyenda que una tarde llegó al vestuario y al desnudarse llevaba la ropa interior femenina de una conquista. Me lo creo. Y fijo que habría marcado gol... por partida doble.

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