sábado, 12 de agosto de 2006

Credibilidad

Cipostio de mil pares el que se ha montado en los aeropuertos mundiales con eso de que los malos iban a volar no se sabe cuántos aviones, en no se sabe cuántas ciudades, no se sabe de qué forma y no se sabe cuándo. Da igual. Iban a causar centenares de muertos occidentales y lo importante es socializar el acojono, sistema tan antiguo como mear contra pared. Ahora, unos cuantos meses en donde fornidos Maderos Sin Fronteras abrirán uno a uno el bolso a las mujeres para examinar exhaustivamente si los tampones que van dentro de la caja son en realidad artilugios de higiene femenina o diminutos misiles tierra-aire de fabricación iraní (mamá, por favor, no vueles que como te abran el bolso te vas a comer hasta lo de Kennedy en Dallas). Y no estoy diciendo que no fuera a suceder, ni soy amigo de las interminables teorías conspirativas y mi simpatía por los bárbaros de la resistencia islamista es la misma que me provoca mi dentista con el torno sobre mi muela. Simplemente afirmo que mi sobrino asegurando sin pestañear y con la boca llena que él no se ha comido las croquetas que quedaban en el frigo me ofrece más credibilidad que todos los funcionarios de Scotland Yard y la CIA juntos, desde los directores generales hasta el que limpia los cristales. Auténticas máquinas de fabricar mentiras desde el mismo día de su fundación hasta la fecha. Cuenta la leyenda que una vez, uno de estos, en algún remoto lugar, dijo una verdad y no pudo evitar enrojecer como un tomate. Y yo en las teorías conspirativas no creo. En las leyendas, sí.

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