miércoles, 4 de mayo de 2011

Barra libre

Hola Josefina, ¿Cómo estás? ¿Qué tal todo por Bostón?.
Bien, muy bien, ahora mismo naranjas, pero por lo demás muy bien.
Era la irónica manera que tenía mi tía Josefina de descojonarse de la locura antiterrorista del país que le dio la opción de ser libre, aunque hubiera nacido aquí. Le acababa de llamar en medio de una alerta naranja. Cada día cambiaban de color después del 11-S. Y mi tía- mujer avanzada e inteligente como no he conocido otra- se perdía, se liaba. “Soy como vosotros, los hombres, que no me aclaro con los colores”, reía. Lo suyo contra Bush era un tema que superaba lo personal. Josefina murió sin poder ver como un hombre negro llegaba a la Casa Blanca. Cuando ganó Obama, me crucé dos mensajes de móvil casi al mismo tiempo con una amiga común. Los dos estábamos pensando lo mismo, lo felices que nos habría hecho tener viva a Josefina para verla disfrutar a sus 91 años. Y tampoco nos hacía falta tenerla viva para saber que habría dicho, “mejor hubiese sido una mujer negra, pero bueno, no está mal esto”. Pero de lo que si que me alegro es de que no haya visto el espectáculo tétrico de estos días. La indecencia moral de ver salir a la calle a miles de personas para celebrar la muerte de un ser humano, por muy sátrapa y criminal que este sea, que lo era. Se habría indignado al comprobar como uno de los suyos se apuntaba al miserable pero siempre rentable negocio del antiterrorismo para ganar elecciones, como acostumbraba su odiado Bush. Habría reflexionado que a un criminal se le detiene, se le juzga y se le condena, porque esa es la esencia de los Estados éticos frente a los bárbaros. Desgraciadamente, las cloacas también han podido con Obama.

2 comentarios:

  1. Ben Laden humilló a la nación americana, orgullosa de sí misma como pocas. La pena de muerte y las armas son parte de su cultura. Entendamos esa euforia en su contexto. Ya sé que aquí lo habríamos detenido, juzgado y al trullo. Pero son otra cultura y mentalidad.

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  2. Ninguna cultura ni ninguna mentalidad puede justificar un asesinato extrajudicial. Y también hay millones de personas contra la pena de muerte y el uso irracional de las armas en EEUU. Curiosamente, la inmensa mayoría dieron su voto a Obama. Uniformizar la forma de pensar de EEUU es un gravisimo error. Y a quien ha decepcionado Obama es a una gran parte de los suyos

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