viernes, 30 de abril de 2010

No están locos

Otra vez el drama con escenario de sobra conocido; las mortales aristas del Annapurna. "Subid a buscarme por mis hijos, por favor, subid por mis hijos" fue el angustioso llamamiento que casi sin voz lanzaba Tolo Calafat con la mente puesta en su mujer y sus dos churumbeles, uno de los cuales justo gatea. El Doctor milagro, Jorge Egocheaga (trabaja como médico de niños en países africanos y con el dinero que gana se va al Himalaya), y el buenazo de Horia Colibasanu ("Igual me tengo que quedar una semana más por aquí", le escribió a su novia vía sms el incombustible dentista rumano de Timisoara) ya estaban calzándose de nuevo los borceguíes para tirar monte arriba, pocas horas después de haber hecho cima, para tratar de engañar a las leyes de la naturaleza, para hacer un quiebro al destino. Egocheaga, que coincidió en la cumbre del Cho-Oyu hace seis años con Calafat, ya ha salvado a más de uno de una muerte más que anunciada. A Horia hubo que bajarlo casi a hostias hace dos años cuando trató durante días de mantener con un hilo de vida a Iñaki Ochoa de Olza en el propio Annapurna. Pero Tolo agonizaba en las aristas de la cumbre maldita, lo inevitable se confirmó y sus restos descansarán para siempre junto a los de muchos compañeros en esa heroína dura que para muchos supone la nieve del Himalaya. Ahora, lo de siempre, que si están locos, que para qué van por allá, que cómo se puede hacer eso con hijos, que es una locura... Hace poco, no sé a qué himalayista le oí responder sin parpadear al sonsonete: "Locos estáis los que os quedáis en las oficinas". Locos y un poco cobardes.

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