jueves, 12 de febrero de 2009
15 días de la Marmota
Salvo el tiempo en Donosti, todo es susceptible de empeorar. Si no teníamos poco con el Cristo económico en el que nos han metido los piratillas y con los árbitros que nos mandan a Anoeta el Arminio y el Villar (¿por qué el mandamás de todo esto tiene que ser del Bilbaú ?), esta noche, a las 0.00 horas, como la Cenicienta, comienza una nueva edición del Campeonato Mundial de Vamos a Contar Mentiras Tralalalá que, como todo acontecimiento que se precie, tiene lugar cada cuatro años, mes arriba, mes abajo. Así que ya saben, mantengan a los niños a distancias prudenciales de los aparatos que emiten información y sáquenlos a las calles a que practiquen remo, se pongan como un Dios en los charcos o, simplemente, se unten unos a otros. Como hace cuatro años, como hace ocho, como hace doce..., empezará el vendaval de palabras, promesas, insultos, descalificaciones, manipulaciones, montajes de todo tipo y demás perlas. Las campañas electorales son el circo romano en su estado máximo. Imagino que en una sociedad democrática madura, si es que existe alguna que no lo sé, sobrarían las campañas y los ciudadanos libres analizarían lo hecho en los años anteriores para emitir su voto. Debería ser una obligación de las instituciones remitir a los votantes un listado de las leyes aprobadas en los cuatro años precedentes, con su enunciado y el posicionamiento de todos los partidos. Sería el triunfo de los hechos frente a la charlatanería, pero creo que no irán por ahí. A partir de hoy, asistiremos perplejos a la carrera de maravillas que nos ofrecen todos, sabedores de que la memoria histórica del personal se reduce al partido del pasado domingo. A partir de esta noche, reinará el imperio de la máscara, de la fachada, de la figuración. Pero como todo en esta vida, todo llega y todo pasa y, al final, salvo en Donosti, siempre acaba saliendo el sol. Y además, no sé qué manía tenemos en estos lares por las elecciones si al final, gane quien gane, aquí siempre acaban mandando los mismos. Mi voto para el que me prometa que volveré a ver el sol.
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