jueves, 8 de enero de 2009
La vergonzante foto del niño palestino
Supongo que se habrán hartado en estos días de otro año viejo y caduco (no hay nada más viejo y caduco que lo de siempre; la barbarie) de ver las imágenes de los cadáveres de peligrosos presuntos terroristas palestinos del futuro, que no levantan un palmo del suelo. Pero de entre todas las imágenes, hay una especialmente sobrecogedora y que, de haber justicia internacional, debería sentar en un Tribunal a algún militar israelí. La imagen, publicada por El País el día de Reyes, no daba lugar a equívocos. Aparecía el cadáver de un niño que no llegaría a los cinco años con el cuerpo intacto, no pudo morir bajo los escombros ni despedazado por ningún tanque hebreo porque estaba impoluto, pero con dos balazos en el pecho que delataban el brutal asesinato al que había sido sometido el peligrosísimo terrorista venidero. Se lo tuvieron que pulir a muy poca distancia de dos tiros traperos . Así de claro. La ministra de Defensa israelí, de cuyo nombre no quiero acordarme porque no merece la pena ni ir a Google a buscarlo, asegura que es conocido que los de Hamás (otra pandilla de bárbaros) se parapetan en la población civil. ¿Dónde habremos oído nosotros esos argumentos antes? Mire, Sra. ministra, con todo mi respeto para el pueblo judío, lo que usted dirige no es un Ejército, es una cuadrilla de matones que no están llevando a cabo ni una guerra ni una invasión, sino una matanza. Hasta en las guerras hay leyes. Pero cuando lo que más le preocupa a ese indigno gobierno del que forma parte es que ningún soldado judío vuelva en ataúd a Jerusalén o Tel Aviv pasa lo que pasa; que no importa lo más mínimo volar maternidades si eso da garantías para que ningún oficial resulte herido con un esguince de muñeca. En una guerra, Sra. ministra, se combate al enemigo militar, aunque sea sufrido y cueste bajas. Pero ya nadie esperamos nada de un pueblo que, habiendo sufrido en sus propias carnes una de las mayores atrocidades de la historia de la Humanidad, ha decidido aplicar similares medicinas.
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