jueves, 23 de abril de 2009

Esperemos que la Lewinski no tenga boletos

Como casi todo lo importante en esta vida torera, lo realmente importante volvió a pasar desapercibido para, nosotros, los periodistas. Y lo realmente trascendente ocurrió hace pocos días cuando la Hilaria Clinton decidió que ponía a su santo esposo, es un decir, en alquiler un día a través de un sorteo entre todos aquellos/as que decidieron contribuir en la campaña de la derrotada Hillary. El premio consiste en pasar un día con Bill, no sabemos para qué ni donde, pero así son las cosas. Esperemos, por el bien de la salud mundial, que a la Lewinsky no se le hubiera ocurrido contribuir en aquella campaña o que, en el caso contrario, haya algún avispilla en la organización del sorteo que se acuerde de quitar su número del bombo. El destino es muy cabrón y traicionero y si saliera la Lewinsky los problemas con las mandíbulas desencajadas de la peña iban a trascender mares y océanos. Y no me meto en lo del sorteo en si mismo, sólo digo que tengan cuidado. Porque claro, si es al bueno de Bill al que se le ocurre sortear a su señora, el pollo que se monta hubiera sido épico. Además, no creo que el bueno de Bill esté para muchas tonterías con estos temas. Y hablando de la Hilaria , es curioso que en toda la movida con los hábiles interrogatorios de la CIA haya tenido que ser Barack Obama el que haya tomado las riendas del asunto, soportando el corporativismo histórico de los torturadores que no se pueden creer como un presidente es capaz de decir públicamente lo que sabe todo Dios en las panaderías y lavanderías. Y digo curioso, porque es precisamente la Hilaria la encargada de todos los asuntos exteriores, que es donde actuó la inteligencia yankee como si el resto del mundo fuera, que es, el cortijo yankee. Reconozco que mi escepticismo con la Clinton es bíblico (más que bíblico, estadístico). Pero creo que el bueno de Obama va a tener un serio problema con esa mujer cuyas líneas en política exterior poco, o muy poco, difieren de las del insustituible Bush. A ese si que le tenían que sortear o, mejor, fichar para que presente el nuevo tiempo en la Euskal. Íbamos a conocer hasta los oleajes de Santa Mónica.

Publicado en Noticias de Gipuzkoa el 23 de abril de 2009 bajo el pseudónimo de Basilio Lakort

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