jueves, 11 de septiembre de 2008
Prueba superada
Escribo esta cosa con letras que han tenido a bien dejarme en la contra, una vez superada la prueba del superacelerador ése de hadrones, que como todo el mundo sabe desde la tierna infancia tiene como finalidad la búsqueda y captura del bosón de Higgs, escurridizo donde los haya el tal Higgs, como Rodríguez Menéndez. Y digo que escribo una vez superada la prueba porque comentan los que se ganan la vida buscando bosones que había una milmillonésima entre milmillones de posibilidades de que el planeta petara para siempre sin necesidad de llamar al Pocero o a los de las obras de la A-8. Ya sé que eran pocas posibilidades, pero la cara de gilipollas que se me hubiera quedado si me pego toda esta chapa como inauguración de mi columna y mañana (por hoy) no sale el periódico (saldría sólo el otro periódico local, para publicar lo de las esquelas) sería de espanto. Me hubiera convertido en el muerto más agilipollado de cualquier camposanto que se precie. Y además, lo de las posibilidades es siempre relativo, y si no que se lo pregunten a Odón en el 91, que salió elegido baranda con los votos de PNV y PP. Bueno, al grano. Dicen los expertos en esto de perpetrar columnas que un buen columnista jamás debe hablar de lo que le pasa a él. Así que para primer día, me quito presión de encima y empiezo de mal columnista. Vamos, como Skoubo, que se quitó presión sin llegar a aterrizar en Hondarribi y ejerció de mal jugador, y ahí se quedó para las eternidades. Porque, pregunto, si no hablas de cosas que te pasan o te cuentan, ¿de que coño hablas en una columna? Para hablar sobre principios trascendentes ya está la honrada clase política y, además, no me voy a cerrar opciones sin haber empezado a escribir desde este marco incomparable, título-homenaje al gran Odón, que lleva por la zona del ayuntamiento más que Sarriegi hecho estatua en su propia plaza. Lo dicho, a partir de la semana que viene escribiré de lo que me venga en gana, que también el lehendakari hace consultas, nadie le dice nada y, además, le pagamos más.
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