lunes, 7 de julio de 2008

Vergüenza

La verdad es que lo que ocurrió hace escasas fechas en el Parlamento Europeo ha pasado excesivamente desapercibido para la barbaridad que supone que 16 eurodiputados socialistas españoles unieran sus votos a formaciones como la que encabeza Jean Marie Le Pen o los neofascistas italianos, precisamente en su terreno: el de la inmigración. No se puede hablar de talante, de Alianza de las Civilizaciones y pulsar el botón de la vergüenza junto a lo más granado del fascio europeo para crear seres humanos de primera y de segunda en función del nacimiento. Y no se puede descalificar el nacionalismo cuando se apoya la creación de pequeños Guantánamos, precisamente en nuestro territorio, como muy bien denunciaban el sábado representantes de colectivos de inmigrantes que viven y trabajan en Gipuzkoa. Es en tiempo de crisis y de zozobras cuando se descubre la grandeza de los pueblos, y el vendaval xenófobo que encabeza Sarkozy, Berlusconi y otras perlas está triunfando de calle. Lo duro, insiste, es que miembros del partido socialista europeo que más han tenido que conocer la inmigración hayan sido, precisamente, los que pretenden dar carta de naturaleza a la barbaridad. Además de talante, Zapatero, hay algo en esta vida que tiene mucho más valor y es el coraje. Coraje para aguantar el chaparrón que les habría caído por parte de la derecha. Pero para eso sirve precisamente el coraje, para aguantar y no para sumarse a iniciativas que nos retrotraen a la historia más negra de la vieja Europa.

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