miércoles, 24 de febrero de 2010

Esperando al 'traidor'

En una entrevista publicada ayer por este periódico, el escritor Javier Cercas, a cuenta del 23-F y de su libro Anatomía de un instante, realiza una brillante apología de la ética de la traición, infinitamente más patriótica que la ética de la lealtad, prostituida desde su origen épico para acabar convirtiéndose, en la mayoría de los casos, en la ética de la sumisión, ante la que hasta los propios sumisos saben que ya no sirve, que ya no vale, que permanecer quieto en un mundo en movimiento, amén de una quimera, es siempre un retroceso. Los traidores en la exhaustiva disección de Cercas sobre lo que no nos contaron del 23-F fueron los que a la postre la historia juzgará como patriotas. Un Gutiérrez Mellado que plantó cara a los que siempre se creen con derecho a jugar con los sables. Un Adolfo Suárez que traicionó a la camarilla de mediocres que le encumbraron y un Santiago Carrillo que traicionó a los que se resistían a reconocer que el Padrecito Stalin había sido en realidad un genocida criminal. Me leí el libro de Cercas pero reconozco sin rubor, a pesar de mi profesión, que no le he echado ni un mísero legañazo al Documento. Y no es que no tenga tiempo. Lo que no tengo son ganas. Mi hartazgo con esa sociedad paralela que forman los de las capuchas y los que no se atreven a soplarles, los de la ética de la lealtad, es existencial, pura supervivencia, una cuestión visceral en donde se mezclan principios, prioridades, proyectos e ilusiones. Me agotaron y me aburrieron. Sólo espero que el traidor llegue cuanto antes y nos traiga escrito el documento definitivo. Ése me lo enmarcaré.

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