jueves, 4 de diciembre de 2008

Las lágrimas del viejo vasco

Decía el viejo vasco que patriota es aquél que es capaz de morir por su patria, pero jamás matar por ella. No dijo el viejo vasco, aunque lo pensara, que todos los fascismos que en la historia ha habido se han autoproclamado como la esencia del patriotismo. Es más, los más patriotas; la vanguardia, nada más y nada menos.El viejo vasco hace tiempo que perdió la batalla frente a las nuevas hordas de gure talibanato particular, ésos que nos liberan del opresor a tiro limpio, aunque sea a tiro limpio contra los propios oprimidos, nosotros, a los que nos van a liberar sin habernos preguntado si queremos ser liberados. Hace nueve meses fueron a por el obrero vasco en Arrasate. Ayer a por el patrono vasco en Azpeitia. Hicieron bien su trabajo. No en vano, es su única especialidad. Para construir un puente es necesario el conocimiento, arquitectos, ingenieros, empresarios y obreros. Para volarlo, sólo es preciso un anormal. Al viejo vasco le dolía mucho que teniendo, como tenemos, extraordinarios arquitectos, ingenieros, empresarios y obreros, fuera sólo nos conozcan por el anormal. El viejo sabe que para construir este país son necesarios los empresarios y los obreros. Y los obreros saben que es necesario el empresario y los empresarios que necesitan a los obreros. Sólo el anormal no tiene ni puta idea de cómo funcionan las cosas de la humanidad. Los delirantes patriarcas del Consejo del Sanedrín emitirán un día de éstos ese comunicado que escribieron hace lustros y al que le van cambiando la fecha. Dirá, más o menos, que se trata de una "dolorosa respuesta ante la agresión que sufre el pueblo vasco con la imposición del TAV por parte de la oligarquía". De paso, anulan de un plumazo a los miles de ciudadanos de bien que, legítimamente, se oponen al TAV. Al viejo se le habrá escapado alguna lágrima al ver el cadáver acribillado de Ignacio sobre suelo vasco. No por conocerlo, que probablemente no lo conociera, sino por lo que están haciendo con su país. Pero hay que decirle al viejo vasco que, aunque él no lo vea, seguiremos galopando y acabaremos enterrándolos en el mar.

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