jueves, 27 de noviembre de 2008

Pasarse de frenada

Históricamente ha ocurrido con todas las causas justas que han existido. La saturación, aunque sea de mensajes justos, suele provocar el efecto contrario al deseado y eso es lo que, creo, está ocurriendo con el vendaval de reivindicaciones sobre los derechos de la mujer que, en algunos casos, superan la débil franja de lo razonable para caer en zonas lindantes con el delirio. Episodios como el de Durango o convocar una marcha bajo el lema Nos engañáis, nos seguís matando se comentan por sí solos. Da la impresión de que se ha conformado un pequeño lobby de mujeres que sólo debe rendir cuentas ante su propio negocio, negocio boyante en estos momentos, porque cualquiera que no siga la ola en esta materia es enviado sin juicio ni defensa a lo más profundo del pozo. Hace 20 años escuché a una mujer decir que la igualdad se conseguiría el día que las inútiles llegaran a los puestos de mando como lo hacían los inútiles. Me pareció una reflexión brillante, pero ese día hace tiempo que llegó... aunque no la igualdad. Flaco favor hace ese lobby a las miles de mujeres que saben que tienen que luchar más y mejor pero que, a su vez, asisten con auténtico hartazgo al bombardeo de cierto talibanato femenino. Por eso, echo en falta que esas mujeres que en privado comentan todo este despropósito den un paso al frente y digan o escriban en público que, efectivamente, hay muchos motivos para seguir luchando pero sin tener que mear fuera del tiesto como manera de autoafirmación, aun a riesgo de ser descalificadas como mujeres abducidas por los valores masculinos, que es el argumentario reduccionista al que suelen recurrir las garantes de la autenticidad . El día en que esas mujeres den ese paso al frente (mujeres que conforman la generación mejor preparada que hemos tenido y que su única dependencia económica la tienen con el banco de turno), la causa feminista habrá dado un gran paso al frente. Y ganará credibilidad entre los hombres saturados. Porque no sé si esta lucha la ganarán con nosotros, pero nunca contra nosotros, por lo que tendría de absurdo.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Durango, la selección y 'La vida de Brian'

Es lo que tienen los genios, que suelen adelantarse a sus tiempos. Y lo cierto es que las esperpénticas polémicas de los últimos días sobre la txapela de la Feria de Durango (yo en cuanto la vi pensé, esto sólo ha podido salir de la mente de un cerdo machista) y la de los fumbolistas (manda cojones que el nombre de una selección que representa a un pueblo lo tenga que elegir un grupito de veinteañeros millonarios y no el propio pueblo) fueron ya adelantadas hace la friolera de 29 años. Concretamente, la adelantaron los Monty Python en La Vida de Brian cuando se encontraban en el anfiteatro romano conspirando contra el invasor (¿Qué coño han hecho los romanos por nosotros? ) y se montaron la picha un lío porque no sabían muy bien si eran del Frente Judaico Popular o del Frente Popular de Judea, mientras ponían a parir al de la Unión Popular de Judea (¡disidente! ), a la vez que Eric Idle se levantaba y con voz aterciopelada exclamaba: "Llamadme Loretta, por favor". ¿La diferencia?, que a los Monty Python les sobra ingenio por los cuatro costados y éstos aburren a las ovejas. Un pueblo que eleva a categoría de polémica nacional semejantes paridas cuando muchos de sus obreros (y obreras, sorry , Loretta) son enviados a la puta rue a tener que reiventarse la vida y volver a hacer puentes con dos palillos y un alambre para poder salir adelante en la vida es que se lo tiene que mirar muy seriamente. Un buen amigo de la montaña navarra, una de esas personas que observan el mundo con la mirada limpia y libre de quien sólo debe pleitesía a sus tierras, cuando escucha alguno de los habituales pasajes de la España cañí suele exclamar muy serio: "Países subdesarrollados como el Yemen del Sur, el Alto Volta o España jamás llegarán a la Luna". Un compañero de profesión, que ya las ha visto de todos los colores, ante alguna de las también habituales de la Euskal Herria-Euskadi Kañi suele sentenciar con la misma lucidez: "Qué país, Mikelarena". Necesito unas vacaciones. En el Alto Volta. Con Loretta.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Badiola no mató a Kennedy

Cualquier presidente de un club de fútbol, cualquiera, me parece siempre presunto, por una mera cuestión de estadística histórica. Si a los clubes deportivos de elite se les aplicara la justicia ordinaria, Obama no iba a tener ninguna necesidad de cerrar Guantánamo porque no iban a caber todos. La competición está manipulada y viciada desde el principio, de origen. Si la entonces alcaldesa de Madrid, Doña Espe , le regaló miles de millones a Florentino, éste los invirtió comprando jugadores, inaccesibles para la mayoría, que nos metían goles. Lo dicho, el fútbol mueve pasiones, incluidas las mías, pero está prostituido desde su origen hasta que no haya una ley firme que obligue a todos por igual, incluidas ayudas públicas, directas o indirectas, cuestión que por debajo de los Pirineos vendría a ser algo así como hablar con Dios. Viene a cuento toda esta brasa con la disección que los medios están haciendo de las cuentas de la Real, algo que me parecería muy bien siempre y cuando todos los rivales, presentes y futuros, pongan los mismos papeles encima de la mesa porque, ya se sabe, o aquí follamos todos o la puta al río . Pero lo que me fascina de toda esta película por capítulos, y los que vendrán, es que todos los medios, salvo uno, como el décimo dentista, han informado básicamente de forma parecida y acorde a lo manifestado por los administradores concursales. Todos, excepto el décimo dentista, el que más pasta tiene, hablan de un agujero económico gestado desde hace lustros por diferentes consejos de todo tipo de color y condición que, además, es lo lógico. El décimo dentista, en cambio, borra de un plumazo la historia y decide que el malísimo de la muerte sólo es aquél que, a diferencia de los demás, no se les cuadró marcialmente en su momento. Habría que comentarle al décimo dentista que, al margen de la catadura moral del señor Badiola, que la desconozco, lo que parece comprobado es que ni él ni ninguno de sus antepasados estuvo en el viejo almacén de libros de la calle Elm de Dallas desde donde se disparó a Kennedy.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Que Dios bendiga a los Estados Unidos de Ámerica

Me lo temía. Lo soltó. Fue quitarme las legañas, poner la tele para ver quién había salido elegido lehendakari global y escuchar al beltza la pavorosa frase con la que Jorge Guillermo Bush junior (cuanto te echaremos de menos los de la canallesca, little Gorka; como los bomberos echarían de menos al fuego si se acabara) solía iniciar cualquier bombardeo en cualquier lugar del planeta. Siempre he defendido que los EEUU son el país más libre de la tierra, porque es el único que no pueden invadir los yankees. Y eso que yo quería quitarme de un plumazo mi malsano escepticismo y creerme el cuento, aunque fuera un rato. Pero no. A la primera de cambio, que Dios bendiga a los Estados Unidos, que es una manera muy fina de decir que al resto les vayan dando mucho por el culo. Porque digo yo, que una vez que el Altísimo se pone a bendecir, será para todo dios, ¿no? De lo poco que sé de ese, en muchas cosas, gran país (a ver cuando los del derecho a decidir copian la democracia directa de los más de 150 referéndums sobre temas tangibles que se votaron el martes), la variación de un presidente demócrata a uno republicano suele tener efectos sobre la política local y ninguno sobre la exterior. Dos lo intentaron; el Kennedy, que ya sabemos como acabó, y Jimmy Carter que en su intento de reelección apoco no gana en Boston (que un demócrata no gane en Boston viene a ser como que Regina Otaola tenga un 70% de respaldo popular en el pueblo del que es alcaldesa). Pero me quedo con lo mundano, con las lágrimas de los negros más viejos, los que sufrieron el absurdo y levantaron aquella nación. Sólo por sus dignas lágrimas de quienes han sabido mantenerse siempre de pie, merece la pena todo lo de Obama. Porque en este mundo, sobramos los escépticos y necesitamos a los que creen. Y con ello, mi eterno guiño cómplice a mi tía Josefina, fallecida hace un año en Boston, y que con 90 seguía creyendo como una niña de 14 en un mundo más justo. Son mis primeras elecciones yanquis sin llamarle. Y eso jode. Ojalá Obama me quite de un plumazo mi jodido escepticismo.